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pasta fibrocartilaginosa

Ingredientes para un número indeterminado de personas (depende de lo que coman):

– Agua.
– Cuarto de kilo de pasta.
– Seis dientes de ajo.
– Una cebolla.
– Un pimiento verde.
– Dos tomates maduros pequeños.
– Un algo de orégano.
– Un pelín de pimienta molida.
– Dos hojas de laurel.
– Cuatro cucharadas de aceite de oliva.
– Una pizca de azúcar.
– Tres pizcas de sal.
– Un chorro de lambrusco.
– Un par de latas de atún (o tres o cuatro, al gusto).

Primero cocemos la pasta. Al agua le añadimos un par de cucharadas de aceite, un par de hojas de laurel, una pizca de sal y dos dientes pelados de ajo. Cuando está al dente (que cada quisque…) escurrimos la pasta, pero ni por remoto asomo la lavamos. No vamos a cagarla ahí, joder. Sé que lavarla con agua fría arregla todos los desaguisados temporales que hayamos hecho al cocerla, pero no vamos a joder el punto del laurel, el ajo, la sal y el aceite. Bueno, haz lo que quieras.

Ponemos una sartén al fuego mientras se escurre la pasta, con otras dos cucharadas de aceite. Picamos cuatro dientes de ajo como nos dé la real gana y cuando el aceite esté templado los echamos. Miramos al ajo. El ajo nos mira. Le aburrimos, así que se va dorando para disimular. Cuando esté dorado, y antes de que se pueda dar cuenta, añadimos la cebolla cortada en rodajas y el tomate en gajos, removemos. Esperamos un poco a que la cebolla parezca medio pochada, momento en el cual y sin previo aviso añadimos las latas de atún, retirando previamente la lata para que caiga en la sartén (en la medida de lo posible) sólo el atún. Echamos dos pizcas de sal. Como el tomate natural produce una severa cantidad de acidez, echamos también una pizca de azucar para contrarrestarla. Lo dejamos un ratito. Cuando nos parezca bien y se haya medio evaporado el agüilla que sueltan el tomate y la cebolla, echamos un chorito de lambrusco. Un poco de orégano y algo de pimienta molida. Bajamos el fuego y nos ponemos a leer a Camus con el lambrusco sobrante. Encendemos un cigarro y el ordenador.

Cuando se consuma el lambrusco podemos dar la faena por terminada, así que retiramos la sartén del fuego y mezclamos en una olla la pasta con la salsa.

Bon apetit.

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