Durante once meses los hacedores de discursos han estado dividiendo un país, radicalizando las posturas para manipular convenientemente la mayonesa. Ahora ganador y perdedor aluden a la necesidad de la unidad nacional. Y lo conseguirán. Un mundo rabiosamente enzarzado en la actualidad es un mundo sin pasado. Un mundo sin pasado puede ser cualquier cosa, como la plastelina o la arcilla.