Solía clavar las mañanas en la pantalla del ordenador, fingiendo estar concentrado en el trabajo. Si no levantas mucho la cabeza nadie va a pedirte demasiadas explicaciones, y puedes dedicarte tranquilo a dejar la mente en blanco para evitar idiotizarte más y más como ser humano. Habíamos conseguido un par de idas al baño, un descanso de diez minutos para un café y un cigarro. Eso era todo. El resto de tu tiempo allí les pertenecía a ellos, y no parecía que hubiera nada que pudieras hacer al respecto.