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Otra vez igual, esto ya me suena demasiado. Ayer estuve tocando la guitarra hasta las cuatro de la mañana (sin cantar, tocando bajito, sólo por mover los dedos), y hoy es de nuevo la una y veinte del mediodía. La luz del sol ya está cansada de estar llenando las calles. Tiene menos ímpetu que a primera hora de la mañana.

¿Cómo era el mundo a las nueve de la mañana? No lo recuerdo.

Con un café, un cigarro, y las prisas. Siempre las prisas hasta llegar al curro. El tiempo pasa rápido, se acelera en estos cuarenta minutos. Luego se ralentiza. Luego salgo del trabajo y de nuevo se acelera. Camino hasta llegar a casa y ya casi son las once de la noche. Cena y té. Mucho más tarde. Guitarra, poemas, relatos o novela. Mucho más tarde aún. Leer un rato y ya son las cuatro.

Y a las cuatro de la mañana la noche es preciosa, fresca, aquiescente. Me mece y me duermo en ella.

1 comentario

  1. que tal lo llevas, tio. Yo regular, ya te contaré. Como van las grabaciones? Espero que viento en popa. Llamame, capullin.

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