Así que allí estaba, en el curro. Sabiendo que tengo el horario con el
que todos sueñan y con la grata tarea de comunicárselo a los demás. A
algunos no lo he hecho, a los de la mañana. A los de la tarde sí porque
me han visto allí. No me quedaba otra. Eva, mi compañera, ha sido un
gran apoyo, y otro mi jefa, que se ha portado de puta madre, me ha
sacado casi a rastras para comer y me ha hecho comer. Yo no tenía
apetito. En los últimos días sólo he comido un plato de garbanzos recién
sacados del bote. Y un bocadillo hoy. Bueno, medio bocadillo. Anoche
dormí ratitos cortos, pero hoy no me sentía cansado. Bueno, también es
porque había trabajo, y eso ayuda. Le he tenido que decir hoy a Iván de
Huelva lo que ha pasado y se ha venido abajo. Parece que soy el único
que no tiene derecho a hacerlo.
Ha llegado una respuesta de María. ¿Lo que no le gusta a Lore es la
cerveza y el tabaco? Mmmm, no lo sé. Mary, yo siempre he sido igual en
ese sentido, ella me conoció así. No sé hasta qué punto tiene derecho a
pedirme que cambie en vez de respetarme como soy. ¿Tengo que cambiar
para que vuelva? ¿Está enamorada de una marioneta? Si es así chungo. No
sé, es confuso, ahora mismo pienso que no quiero que vuelva. Será por el
dolor que me causa, supongo. Tengo que hablar con Víctor, a ver si
entiendo lo que me quiere decir. Creo que lo que tiene que decirme es
importante, pero no consigo entenderle.
Yo no soy civilizado, Mary, no puedo asumir esto con displicencia,
entender que es lo que le hace falta a lore, y tragarme y borrar mis
propias necesidades. Lele está haciendo una guerra santa, no sólo hace
lo que hace, sino que quiere que yo comprenda que es lo mejor que puede
hacer. Y eso me importa, y mucho, pero ahora mismo no soy racional, el
dolor nos vuelve irracionales.