Primer día de curro. Como un colegial cojo mi bici y me monto, sin
olvidarme de las pinzas para no manchar de grasa los pantalones, y me
largo. Llego allí, los que lo saben me miran apenados, los que no se
meten con mi ex-perilla. Todos, sin distinción, se ríen de mi cresta. La
mañana pasa bien porque hay curro, pero sobre las doce empiezo a pensar
de nuevo en lore, y en los consejos de victor, que me dice que estoy
cogiendo el camino más duro y que no me entiende. Intento comprender
eso, pero no puedo. Quedar con lore de vez en cuando, supongo (migajas
de abrazos).
Quedar con ella y pasarlo bien, supongo. Pero sólo puedo pensar en lo
que no tenemos. Ella no llama nunca, a veces manda tímidos mensajes:
«¿qué tal?» ¿Y tú qué crees? No pensar en que me han abandonado. No pensar.
No tengo muchas ganas de escribir, voy a ir a por más tabaco y más
cervezas. Hay cosas mías que lore no soporta. Eso me dijo ayer. Eso no
cambia.