te sientas y empiezas a imaginar una otra parte un poco menos extensa, un sufragio petimetre y pedante, un seguro de vida estancado en una vida asegurada. Tienes horas, y ganas, y pequeñas alegrías que corretean sobre el parquet como si fueran a vivir para siempre.
te sientas y escribes algo, tocas un rato la guitarra y te parece que tienes todo el tiempo del mundo para dejar de decir, porque ya has dicho mucho, y empezar a babear y tartamudear balbuceando retazos de sílabas incapaces de verbalizar nada.