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Prima non datur et ultima dispensatur

Preferiría como Ulises seguir siendo mortal, ya he hablado de eso, asumir la suciedad, el claroscuro de la finitud, el placer mezclado con el sufrimiento, la dicha entremetida con lo absurdo.

Salvador Paniker. Cuaderno Amarillo.

Y quien sabe, me pregunto ahora. Al final no hubo bici, no hubo guitarra en el parque, por un asunto relacionado con las nuevas tecnologías, especificamente las que conciernen al multiverso de los teléfonos móviles. Nunca me llevaré bien con ninguno de ellos, supongo que es un trasunto estético. Estuve con Ortondo inquiriendo disquisitivamente acerca de lo humano, lo perruno y Joaquín Sabina. El último hacía de moderador cuando las cosas se salían de madre, porque en él estamos de acuerdo en casi todo. Es un punto de encuentro siempre.

Dice, Ortondo, que estoy haciéndome a mí mismo un desfalco emperrándome en vivir solo. Es posible, pero no quiero vivir de otro modo. Qué más dará la comida si hay cerveza e intimidad para tomarla, si hay guitarra e intimidad para acariciarla, si hay bolígrafo y papel e intimidad para escribir. Cada cosa tiene su momento, y este es justo el que ahora es. Luego ya se verá. Luego la perra vida (gran cánido) dirá. Qué más dará la ropa, no me hace falta. Qué más dará comer fuera, no tengo hambre. Qué más dará una mierda de coche o una mierda de piso en cualquier parte adunado. Qué coño más darán las cosas si no está el sentido mismo de las cosas, la quiddidad misma de la aglomeración huraña y mercader de objetos más o menos estúpidos, más o menos relevantes.

Mis preferencias, le dije, en orden de importancia, son: cuerdas para mi niña de madera, cerveza, tabaco. El ordenador ya está pagado. Internet el día que no llegue, no pago. Justo en ese momento entró la factura de la luz por la puerta, saludando en forma de cartero amarillo de correos. Certificada porque la primera se perdió en mi escritorio, devenida a menos en una multitud insana de papeles vacíos garabateados. Habrá que pagarla, si quiero seguir manteniendo la nevera vacía, el lavavajillas lleno siempre de vasos y el agua caliente en el baño.

……………..

La novedad de la semana es el porrón. El porrón es un buen invento, parece que bebes aunque no tomes ni un dedal. Es un buen astringente contra la sed desatada de la melancolía. La transitividad de la tristeza, que va de boca en boca cariando los dientes que aún nos quedan, rotos de tanto morder.

……………….

Recibí una llamada que no esperaba, una llamada de la crónica de una muerte anunciada del viernes pasado. ¿Paso? No, amiga mía, estoy jodido y no existo para nadie ni para nada. No hago de menos. No puedo hacer de menos cuando no hay nadie al otro lado. No estoy. No soy. Penetro lento mi llama azul de descontento. La circunvalación de tus piernas me condujo mar adentro. No me llames capullo, si me haces el favor. Simplemente estoy hibernando. Eso creo. No hay nada personal en ello, porque no hay nada personal ahora mismo en mis manos (que acarician la guitarra como si fueran el cuerpo que, aun hoy, les da alas, y vida, y calor, y dolor, y ansia, y decepción, y pena, y hambre y sed, y ganas de ahogarme en cerveza, que pa eso está).

……………….

No hace ni una hora que Ortondo se fue y ya me siento terriblemente solo. Me tenéis mal acostumbrado, siempre estáis viniendo, quiera o no. Ahora quiero y no venís, a veces es al contrario. Tenemos los relojes mal sincronizados. Aquí no se está mal, me gusta el contacto leve de las teclas (un leve pulsar). Hace un calor terrible. Punto extraño. He compuesto un par de canciones, nada serio, puliendo la técnica (y se nota, una canción se hace sólo técnica cuando no se quiere decir nada con las palabras, nada que no sea dicho con las cuerdas de forma mucho más rotunda y perfecta). Es curioso, nunca quise tocar la guitarra más que lo justo para cantar. Ahora creo que es al contrario, justo al contrario. Bah.

…………………

No sé si hace calor o hace frío. Dímelo tú. Di algo, al menos, para que sepa que existes, para que sepa que no te han despedazado, que son unos cabrones duros de cojones y no les importa reventar lo que no conocen. Lo que sólo ha sucedido una vez es como si no hubiera sucedido nunca, me temo. Pero no está claro qué es una vez y qué es reiterar. Tengo claro lo que es reificar. Lo tengo muy claro porque tuve que hacer un gran trabajo para

coger la masa

que era esta casa

y reificar un mundo personal al completo.

Y eso sin que me importen las cosas, lo que ya es trabajo. Es como si un ciego tuviera que ordenar por colores las fichas del trivial pursuit. Cuando menos, es arduo.

………………….

Quizá reiterar es el trabajo de cada día de fiesta, volver a lo mismo. Entrar en un garito y conocer a alguien (eso se me da bien). Cuando dEMASIÉ se fue yo ya tenía asentados los clavos. Fue fácil. Fue extremadamente sencillo. Luego vino lo de siempre, contar un par de cosas de mí. Generar expectación. Coger la guitarra e ir al parque de la marina, tocar un par de canciones desde dentro, al uso pero desde dentro. Todo lo demás fué lo que siempre fue siempre. Sencillo.

………………….

Es una cosa que parece sencilla: ordenar una casa. Parece ser que es emocionante colocar un cuadro aquí, una vela allí, un detalle sencillo sobre la estantería. Parece ser que se disfruta, que llena de ilusión, que te incita a ser un pelín más vivo. Pero también se puede hacer a la contra, con la única motivación de marcar la diferencia.

Con la única motivación de poder decir: eh, ya no es lo mismo.

……………………

El teléfono suena porque el espectáculo está montado. El muerto que anda es un bufón que marca puntos en un mapa ciego. Pero no, tío, hoy no. Hoy no ha lugar. No puedo hacer el número. Di que estoy afónico, o yo qué sé. Di que estoy muerto. Di que tengo una enfermedad onírica.

Hoy tengo algunos litros en la nevera (pagaré la luz para tener litros fríos, hasta que llegue el invierno), y tengo además la firme intención de ingerirlos. ¿Es un error? Es muy posible. Alguien me odió por lo mismo, y me dijo que no existo en su plano vital. Es evidente que así era, porque así fue. Decían los piratas: M nunca dudó que me quería a pesar de todo, pero el día que se fue no le importó dejarme solo. Menudos tíos.

…………………….

Me río con Pirrón (no de él, sino con él): «Cabe también decir que o bien se juzgan los sentidos y los entendimientos con los sentidos; o ambos, sentidos y entendimientos, con los entendimientos; o los sentidos con los sentidos y el entendimiento con los entendimientos; o los entendimientos con los sentidos y los sentidos con el entendimiento. Ahora bien, si pretenden juzgar ambos o con los sentidos o con el entendimiento, no estarán juzgando con el sentido y el entendimiento, sino con uno de estos dos, cualquiera que sea el que elijan, y así se verán afectados por las anteriores perplejidades».

Ah, cabrón de mierda. Ni sentidos ni entendimientos, ¿verdad?. Pero había que demostrarlo. Como muestra, un botón. No importa que el botón tenga cien mil kilómetros de diámetro. Hierro dixit:

«… Entre dos nuncas. El recién llegado
contempla el cielo encajonado
entre dos muros, entre dos sombras, entre dos silencios,
entre dos nadas.
Sentado sobre su banco de cemento
saca de su bolsillo unos trozos de pan,
los desmiga. Da de comer a las palomas.»

………………….

Fotografías pulcras, imágenes sin adulterar, sin gota de kistch. Quizá la máscara ideal sea la misma realidad. ¿O es que la realidad es algo sólido, algo tan así, tan cierto, tan noto (bastardo, ilegítimo) que no admite discusión? La mirada recoge lo que desea recoger y adapta las impresiones de la retina a su imagen y semejanza. Creo que fue Anaïs Nin quien lo recogió en papel para la eternidad vacua del mundo literario: no vemos las cosas como son, las vemos como somos. En cualquier caso digo (me reafirmo) fotografías pulcras. Una nueva muerte anunciada, podré escribir hasta que la cerveza depositada en mi estómago sea metabolizada por mi organismo. Después sólo babearé y rasgaré el himen de la guitarra, que no tiene nada que ver:

pero es boca cuando la boca titubea.

………………..

Con los pies sucios del suelo babearé sobre la guitarra, alma encendida e incandescente que no es nada si no la aferro y grito. Es así. Fotografías pulcras, es sencillo. Me veo, dislocado, dislocado y roto, herido sin honor, sin algo que llevarme a la boca. No es una buena muerte.

Recuerdo matrix. No recuerdo quién, pero cuando la iban a desenchufar dijo: «no, así no». No de un modo tan tonto. Es como buscarle un sentido a la realidad, el quinto pie del gato. Me gustaría repetir, reiterar (que no es jamás reificar, no es una buena liturgia) «no, así no». Es fácil comprender que así no hay lugar para el buen sabor de boca (muelas cariadas de tanto morder la realidad intentando captar algo sólido, algo inmenso).

Menos mal que desaparecí de google, es algo a agradecer a wp. Tantas palabras generarían muchas entradas equivocadas. Un pez, o dos peces de hielo en un güisqui on the rocks. No tengo nada que ofrendar a los dioses, más que mi propia rabia.

Me fui con la guitarra a la dehesa, y me sentí como conan the barbarian, llorando mis yagas en un mundo sin reificar (con muros reificados, eso sí, y sin osos ni mofetas ni estorninos ni lobos zorros linces, sólo hormigas, hormigas y más hormigas en sus agujeros refrigerados), apoyado en el tronco de un puto árbol, haciendo sonar un cacho de otro árbol transformado y algo de cobre sobre la tarde emplumada que se esfuma en cuanto tengas algo que soplar.

…………………

Los neumáticos de caucho de la bici tienen sobre sí mil kilómetros. Y aún aguantan con dibujo. Cuando llueve no resbalo haciendo el cabra sobre el asfalto. A veces tengo la sensación de que quiero pegarme una buena ostia. Nada serio, rodillas y codos raspados, un costado magullado, nada más. Pero ellos se pegan sobre las piedrecitas ennegrecidas por ¿brea?. Por petroleo.

«Era absolutamente inexplicable, pero le parecía aún más real, porque las cosas más esenciales aparecen en el mundo sin explicación y sin motivo, son ellas mismas su propia causa.» Milan Kundera, La Despedida.

Quizá, tío, quizá. Pero las cosas son como me comentó el técnico de la lavadora.

«Joder, hay que prestar atención a los pequenos ruiditos, porque antes de joderse la lavadora siempre avisa»

Que deferencia. Lástima que no enseñen eso en el instituto, uno sale de allí con un montón de conceptos reiterativos sobre una realidad inventada, y completamente ignorante en las cosas más cotidianas.

…………………

Seguramente podría seguir eternamente, pero tengo mis agujeros.

Prima non datur et ultima dispensatur.

PS, ya etilico: hoy, cuando hablé con nano, me dijo: «qué suerte, te quedarás ahí con cerveza y la guitarra, componiendo». No es tan bueno. No lo es, lo juro, cuando estás pensando en otra cosa. De otro modo sí. Pero no, no, no, no, te juro que no así.

Sin la herida sería el tipo más feliz del mundo. Joder.

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