Mientras el tribunal supremo le tiende una mano al banco y aprueba el robo a particulares, y el gobierno se niega a colaborar con la justicia facilitando la lista de los blanqueantes, un señor juez, presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), nos dice hablando de lo suyo que la justicia está pensada para el robagallinas y no para los grandes defraudadores.
Uau. Todo esto está sucediendo.
Tú trabajas, yo te robo. Con tus impuestos hago cosas que no necesitas (o al menos no pensando en ello) que construyen mis amigotes dándome una buena mordida a cambio. Y así, ¡todos ricos!, ¡menos tú! Aún así, por mucha mínima que sea, seguirían ganando en las elecciones. No sé, de verdad, qué más nos hace falta. ¿Qué directamente legislen para legalizar el soborno? Porque creo que es lo único que falta, y Cospedal diciendo que algún mérito tendrán cuando no impiden las investigaciones. No, señora. Respetar las reglas de juego no es un mérito, es un mínimo. Al que no las respeta se le echa.
Un asunto brutalmente incomprensible, en general. Como en otros casos, empiezo a pensar que somos vacas pastando en un prado. Y me pongo tristón.