Las putas saben que tienen un ojo encima y hacen horas extra. Los que van a timar ajustan los márgenes de beneficio haciendo cuentas de memoria y juzgan hasta dónde y hasta dónde no pueden intentar engañarle. Una de las columnas del negocio es la fiabilidad, y es más que seguro que, si descubre que le están robando parte de su comisión, la situación termine diplomáticamente de mutuo acuerdo, con un pobre diablo desangrándose en alguna parte cerca de los canales y él haciéndose cargo de la herencia de los cuatro oros que le arranque de entre los pliegues de la ropa y pagando una fosa común de su propio bolsillo.
Todo un detalle.