Gao Xingjian.
El libro de un hombre solo.
© Gao Xingjian, 1999.
© de la traducción, Xin Fei y José Luis Sánchez, 2002.
© Editorial Planeta, S.A, 2003.
Ilustración de la cubierta: Une étude (1964), Gao Xingjian.
Primera edición en Colección Booket: junio de 2003.
Yige ren de shengjing.
Nació en 1940, escribió el libro entre 1996 y 1998. Es una excusa. En realidad es una reflexión. Sobre la literatura, sobre lo que hace escribir, sobre la historia (y una parte de ella en concreto), sobre las relaciones, sobre la angustia de vivir… pero sobre todo, creo, sobre la soledad.
Cuando terminé el libro de Marías («Corazón tan blanco») me quedé con la sensación de que había leído un libro muy bien escrito, muy bien jugado. Pero sin historia. O con una historia nimia. También hay un buen listado de reflexiones en él (especialmente, en el fondo, sobre la anulación de uno mismo en las relaciones). Sin embargo el libro de un hombre solo no tiene necesidad de amplificar los detalles para trazar una historia sólida. Regala los detalles, los derrocha. Porque hay mucha historia en él.
En un libro en el que la historia parece ser lo que importa al final esta resulta ser una excusa para escribir bien un libro, y en otro en el que la historia es mera excusa al final esta resulta ser enorme, compleja.
¿Estaba solo Gao cuando escribió el libro? Supongo que sí, o me hago a la idea de que la respuesta es sí, porque concreta muy bien los puntos básicos (aunque no evidentes). Se pregunta soterradamente sobre el sentido de su propia vida, o de su historia, o de sus rutinas, o de sus constructos, racionales o no. Se pregunta mientras va viviendo y las cosas suceden despacio. No tiene ninguna respuesta que generalizar, sólo pequeños puentes que no le sirven a nadie más que a él mismo.
Después de todo esto me parece sencillo comprender que lo importante no son las respuestas, sino el hecho de pensar, de cuando en cuando, entre el trabajo y las fiestas y los poemas, en lo que es uno, si es que es algo.
Lo demás aparece, básicamente, en la cita que puse de él en un post anterior. «Tú» habla en tercera persona, cuando es el Gao del presente (y se enfada consigo mismo en un momento dado por ser «tú», y no «yo», pero no está para sinceridades inmediatas, sino más bien reveladas). De todos modos es muy eficaz, porque fuerza un verdadero diálogo. Yo soy tú cuando me hablo.
«Él» es el que fue mientras vivía lo que vivía. Y es «él» porque ya es otro. Está lejos. Hablas contigo de lo que eres, y también, de paso, te comentas cosas de aquel «él» que no parece estar disponible.
Todo empieza como acaba. En una historia como esta no importa el principio ni el final, anodinos. Importa todo lo que pasó entretanto.