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los otros

¿Es que nunca he he estado delgado, coño?

¿Quén sabe qué?

Quién sabe nada. Quién tiene ni puta idea.

Las decisiones que ya has tomado, como puños en tu estómago, como pequeños rencores que la vida te suelta sin darle demasiada importancia, porque… ¿quién sabe qué? Quién sabe nada, de hecho. Tienes la sensación de que hay un montón de tipos viviendo vidas que tú rechazaste vivir. Y la tienes porque de algún modo es cierto. Porque de hecho sabes que por ahí hay un montón de tipos viviendo las vidas que tú rechazaste vivir. Y no tienes ni puta idea de si eso es bueno o es malo, porque al fin y al cabo no hay forma humana de saberlo. No tienes ni puta idea, sólo sabes que, de cuando en cuando, te preguntas.

No puedes responderte, claro, pero lo haces de todos modos.

¿Qué pensaba ese tipo? Es difícil saberlo ahora. Es tremendamente difícil. Las decisiones que ya has tomado ulceran tejido blando como úlceras en tu estómago. Le das un sorbo al litro y te abrazas a ti mismo. Es tanto lo que ya ha pasado, tanto… que no recuerdas lo que pensaba ese tipo, en qué cojones estaba pensando. Es virtualmente un desconocido. Pero era tan tuyo, no hace tanto…

Coño, ese tipo eras tú mismo. Eso debe importar algo. Eso debe significar algo.

Pero ya es tarde, no puedes meterte en su cabeza. Puedes hacerte una idea, tan falsa como que ahora mismo estás recordando. Una idea sin sentido. Sin valor alguno.

Le/te das un abrazo y dices «¿qué tal, amigo?».

Y sigues caminando.

Te gustaría encontrarte alguna vez con ese tipo que fue tú mismo, pero sabes que es el único al que no tienes posibilidades de encontrarte jamás. De entre todos el que jamás.

Y suspiras, y sigues caminando. Como si fueras a algún sitio. Como si hubiera algún sitio al que ir no dejas de caminar. Porque lo único cierto es que no puedes dejar de caminar, acumulando cadáveres a tus costados, cada decisión que tomaste, cada recodo que no cogiste, cada desviación en la que no entraste en un momento dado.

¿Qué tal, amigo?

Y sigues caminando. Qué tremendo.

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