Por una vez estoy al otro lado. Hay gente que compone, gente que maneja malabares de fuego, gente que revienta sus gargantas para darte un momento intenso en tu vida de mierda. Gente que hace cosas, gente que revienta cosas, que no tiene prejuicios a la hora de mostrar su ropa interior mental.
Te divierten, ¿verdad? Te dan tanto…
Pero a la hora de la hora misma, cuando es necesario sacar la pajita más corta por un sueño, por un verso, te retiras. Genial. Perfecto. Y entonces el bufón muere, y se sigue vendiendo pan en las panaderías, ¿verdad, capulla?, los bancos siguen generando créditos, cobrando comisiones de mierda por servicios de mierda, hay carne en los mercados, y una hamburguesa de oferta en el burguer kin (2×1).
Es divertido, es genial estar cerca de la vida misma cuando la vida misma sucede, pero, cuando el asunto se cangrena, bien vale un sucedáneo, ¿verdad, capulla? Estoy montando en el autobús, frente a mí las caras del despertar, la halitosis del mar dormir, la rutina del ser feliz a tiempo parcial. Todos ellos irán a los conciertos, morirán por un estribillo que les represente (no me engaño, les representará igual que una vajilla de Ikea o un sofá de diseño), y luego, cuando llegue el hambre y el hacer de ti una voz te haya dejado en la estacada material, no habrá manos que se tiendan, con o sin estribillo. ¿Verdad, capulla?
Le verás morir con lástima. Hay algo que no cuentan de la cigarra y la hormiga.
Y es que sin la cigarra la vida de la hormiga no tenía sentido.
Cuentan que la cigarra tocaba por ahí mientras la hormiga recogía comida para el invierno. Pero no cuentan qué hacía la hormiga los fines de semana. Iba a ver a la cigarra. Iba a beber con la cigarra. Iba a reír con la cigarra. Se emborrachaba con la cigarra. Meaban juntas en tapias. Vomitaban la misma calidad de vida en dosis iguales. La cigarra se moría, la hormiga pasaba el fin de semana.
Cuando le negó el paso en el invierno, la hormiga fue una verdadera hija de puta.
Me gustaría saber qué sucedería si un invierno crudo acabara con todas las cigarras. Qué pasaría el siguiente verano, en la fiesta del trigo o el centeno.
Sería un verdadero funeral.
Y las hormigas no le encontrarían sentido a sus vidas. Y morirían.
El cuento no cuenta que las hormigas sólo vivieron un invierno más que la cigarra. Después, vacuas, vacías, se mataron unas a otras en una fiesta de sangre con visos de holocausto (para el correcto sentido, Kirk-Raven). No sabían hacer otra cosa para mantenerse sentirse vivas.
Sólo destrozarse unas a otras.
¿Verdad, capulla?
Abraza la oscuridad. Hank.
La confusion es el dios
la locura es el dios
la paz permanente de la vida
es la paz permanente de la muerte.
La agonia puede matar
o puede sustentar la vida
pero la paz es siempre horrible
la paz es la peor cosa
caminando
hablando
sonriendo
pareciendo ser.
no olvides las aceras,
las putas,
la traicion,
el gusano en la manzana,
los bares, las carceles
los suicidios de los amantes.
aqui en Estados Unidos
hemos asesinado a un presidente y a su hemano,
otro presidente ha tenido que dejar el cargo.
La gente que cree en la politica
es como la gente que cree en dios:
sorben aire con pajitas
torcidas
no hay dios
no hay politica
no hay paz
no hay amor
no hay control
no hay planes
mantente alejado de dios
permanece angustiado
deslizate.