Lenguajes, lenguajes, los modos y formas de entrar en contacto con las cosas es (y son) siempre consecuencia directa de aprender los lenguajes que utilizan. Por eso, para este invierno crudo que se avecina, me he puesto tres objetivos: aprender android, esperanto, adelgazar algo y poner mi inglés al nivel que se merece.
Na menos.
Soy una persona tremendamente desorganizada en lo laboral y en lo personal, así que no es muy fácil ponerme objetivos. Siempre voy en función de lo que me apetece en cada momento. Para conseguir algo de mí mismo hace algunas semanas que utilizo la técnica pomodoro, especialmente indicada para personas de mi calibre.
La técnica pomodoro, a lo sencillo, no es más que dedicarle bloques de 25 minutos a algo, en plan focus target (echo ya un poco de menos el WOW y se nota, esto sólo lo puede entender completamente un jugador del WOW). Bloques de 25 minutos completamente centrado en algo. Entre cada pomodoro descansas cinco minutos. Después de cuatro descansas entre quince y veinte minutos.
Al principio pensé que con dedicarme más o menos al inglés, al esperanto, a android y a lo de perder kilos era suficiente, pero mis tardes pasaban tranquilas mirando la telaraña de la esquina sin hacer nada en concreto, hasta que me topé con la técnica pomodoro y me dije: al menos, cada tarde, tengo que conseguir tres pomodoros (tres bloques de 25 minutos) sean de lo que sean, más dos de bicicleta estática (uno por la mañana antes del curro y otro por la tarde después de él).
Y de momento, amikoj, funciona.
Un pomodoro por la mañana en la bici leyendo las noticias en el nexus 7. Desayuno, ducha y mirada por la terraza a los dueños incansables de perros aún más incansables meando y cagando en el campo.
Por la tarde tres pomodoros de tema libre, a escoger entre inglés, esperanto y android, más un pomodoro de bicicleta estática (una hora y cuarenta minutos en total, no es mucho).
Y con eso he conseguido entregar el curso de inglés que tenía que terminar hace… ¿seis meses?, más avanzar un poco en esperanto, hasta el punto de hacer un blog.
Sí, amikoj, un blog:
Makula cajero, «cuaderno manchado» en esperanto.
Es posible que quizá termine mi día emborrachándome como un psicópata, pero os puedo asegurar que cada día he terminado mis cinco pomodoros, y aunque no signifiquen nada uno a uno, a lo largo de las semanas el avance es espectacular y se nota.
Y aún me guardo en la recámara de esta bitácora una suerte de estudio para la segregación por sexos en las escuelas que me envió un acérrimo del tema en twitter. Pero ya no me quedan pomodoros. Y sí cervezas.
No sólo de pomodoros vive el hombre. Yo menos, por supuesto.