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limpio como la patena


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El último regalo que me encontré, en una caja de la mudanza.

Bueno, mi madre me grabó con fuego en medio del cerebro que antes de irme de casa a pasar unos días fuera debía dejarla limpia como la patena. Y aunque uno haya luchado en plena(s) crisis(s) existencial(es) contra todos los supuestos morales imbuídos por una sociedad asquerosamente cristiana y capitalista, aunque uno haya usado el martillo contra todo lo posible en lo que respecta a conceptos heredados, aunque me haya vaciado más de diez veces intentando reencontrarme en medio del vacío más absoluto, pues resulta que contra eso no puedo. Me pregunto qué coño pasa si me largo y dejo la casa hecha una mierda, pero no tengo respuesta porque nunca jamás he podido hacerlo.

A ver si no confundimos, que yo la casa la tengo pura, conceptual y emocionalmente llena de mierda regularmente, y me voy por la puerta camino del trabajo y no pasa nada de nada de nada. Y el desorden es mi paraninfo y mi barrera soñada, y soy feliz cuando puedo ponerme a escribir sobre montones de cercos vacíos de litros igualmente desiertos. La tengo pura porque el desorden y la mierda son un fin en sí mismo que no busca obtener nada, la tengo conceptual porque racionalmente considero que la suciedad es menos falsa aunque más incómoda, la tengo emocionalmente porque uno no puede hacer más que trasladar su propia mente a todo lo que le rodea, no hay más explicación gnoseológica. Y cuando vuelvo del viaje siempre y en todos ellos me alegro un poco de encontrarme todo limpito pero, al mismo tiempo, mi casa entera es un desiderata a tiempo completo sin fisuras ni términos medios.

Le tengo gusto a las pelusas, qué le vamos a hacer, y a los libros por el medio, y a los ceniceros repletos, y a un montón de tópicos semejantes en los que me lustro, me saco brillo. Me parece genial encontrarme de repente un papel que garabateé hace un par de semanas con un comentario sobre un párrafo del libro que entonces estaba leyendo. Me fascina encontrar la letra y los acordes de algo que estuve componiendo hace más de un mes justo debajo del paquete de garbanzos al limpiar la encimera.

Son como pequeñas sorpresas que me voy dejando a mí mismo, y, como vivo sólo, a ver quién cojones me va a dejar sorpresas si no soy yo mismo.

Y, además, los proyectos tienen una existencia independiente del tiempo, viven su propio tiempo, una canción no lo es enmarcada en los ritmos del ir al trabajo, comer, hacer la compra, limpiar, cagar, ducharse y todo ese conjunto asqueroso de mierdas. No. Los proyectos existen siempre dentro de un marco diatópico que les confiere la consistencia de lo que existe. Las canciones, las novelas, los relatos, los poemas tienen una vida diferente a la mía aunque se solapen, quiero decir que a lo mejor yo hoy estoy liado con un poema, pero me duermo borracho como una cuba, y me levanto y me voy al curro y por la tarde tengo que arreglar una web que ha hecho puff y después me tomo unas cervezas con el dueño de la web en cuestión y me vuelvo a dormir, y de nuevo al día siguiente vuelvo al curro y al regresar a casa me encuentro de nuevo el poema y lo continúo, dos días después. Pero…

Pero realmente no han pasado dos días. En mi vida (o lo que sea) sí que han pasado dos días, y en mis rutinas, pero no en el poema. En el poema ha habido un continuo desde que me acosté borracho antes de ayer hasta hoy que lo retomo. Tengo la certeza de que no me estoy explicando en absoluto, pero quizá si lees los párrafos otra vez lo entiendas mejor. Incluso mejor que yo mismo. Porque realmente no han pasado dos días entre una cosa y la otra, sino que el tiempo se comprime y elipsa lo que no le interesa para dejar sólo un mismo poema que estoy escribiendo sin discontinuidad aparente.

Sé que estoy loco como una puta cabra, porque vivo esas dicotomías sin discordancia aparente, soy tan capaz de estar en el curro y en el poema al mismo tiempo, aunque no esté ni en el curro ni en el poema en un momento dado, sino zurrándole al coche en una carretera que estoy disfrutando a muerte. Soy capaz de estar concentrado en algo que no me interesa vitalmente en absoluto, al mismo tiempo que circunstancialmente me interesa. Y soy capaz de hacerlo sin dobleces, plenamente. Sin mérito alguno porque es sin esfuerzo, pero así de extraño. Es como si fuera capaz de vivir en varios niveles al mismo tiempo, aunque no lo entienda. Es como si pudiera sostener dos, tres, cuatro, cinco, diez migueles al mismo tiempo en diez universos referentes pero no semejantes, como en una sinfonía en la que todos y cada uno de los migueles son parte de la armonía que suena.

Por eso mismo he aguantado tanto tiempo en situaciones que me aburrían, o me superaban, o me destrozaban entero, sin morir del todo (en parte siempre se muere porque somos sujetos del tiempo, cuya característica principal es que no puede dejar de pasar). Porque estaba sonando de otros modos en la misma armonía, otros modos que sí me mantenían interesado. Qué puta locura. He tardado años en ser capaz de expresarlo así, y creo que aún no lo he hecho gráfico del todo, creo que aún no me estoy acercando lo más mínimo ha hacerlo legible, visible, cognoscible.

Y todo esto viene porque antes de irme a Barna he tenido, por inculcación materna, que dejar la casa limpia como la patena, porque de otro modo no hubiera sido capaz de irme (creo, nunca se ha dado el caso). Y me he preguntado…

Me he preguntado…

Qué pasaría si tuviera que irme de mi cabeza un tiempo. Qué cojones pasaría. Qué cojones pasaría si tuviera que irme unos días de mi cabeza y, antes de hacerlo, tuviera que dejarla limpia. Recoger todo ese desorden, meter las cosas en cajones. A ver cómo podría poner orden en esto, que vive a varios niveles y que entiende el tiempo como varias líneas que suceden al mismo tiempo, solapándose a veces. Sólo a veces. Que no comprende más que el ahora y el hoy al mismo tiempo que no tiene un concepto claro del ahora o del hoy. No soy un tipo de futuro, o estaría delgado. No soy un tipo de futuro, o no habría bebido tanto, no soy un tipo de futuro, o el futuro sería un elemento capaz de consolar un poco más al presente cuando este lo requiere.

Si tuviera que irme de mi cabeza un tiempo, y lo supiera de antemano, sería incapaz de articularlo todo en un orden comprensible. No podría recogerlo todo, porque todo lo que hay está esencialmente disperso. Así me mantengo vivo, en esas líneas temporales que recorren lo que es de modos diferentes cada vez. Tendría que doblarme en esos varios migueles y hacerles cuerpo, carne, existencia.

Y de eso, hoy por hoy, no soy capaz. Así que mejor que sólo sea mi casa lo que dejo esta vez por unos días, mucho más sencillo así. Mucho más claro.

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