Llueve, llueve fuera. Como un estúpido recordatorio.
Hoy Cisneros me enseñó su nuevo León. Yo froté la suela de mis chirucas contra su capó. Estúpido imbécil, llené de rallajos tres kilos de coche nuevo. Gilipollas imbécil, puto tarado. ¿Por qué lo hice?
Buen Dios… por hacer algo. Porque no tenía ni idea de que dejaba huella, y era divertido. No me echó la bronca, no me reventó.
Puto Cisneros. Buena gente.
Y ahora son las dos de la mañana y llueve. Estúpido recordatorio. Tic-tac.
Todo gira a mi alrededor, todo dice cosas. Las noches de lluvia me apretaba contra ella y veía como todo cobraba sentido. Como nada era tan futil. Pero depende del tiempo (ahora no, quiero decir).
Las gotas de lluvia repiquetean contra el cristal (había una canción en Bambi…)
Las gotas de lluvia, estúpido recordatorio. Tic-tac.