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welcome on board (parte II)

Bueno, ha empezado el National Novel Writting Month, y en él estoy a duras penas visto el tiempo del que dispongo, pero sigo en él. Para entender esto tenéis que leer Welcome on board (parte I)

5.

Cuando me despierto estoy solo en la habitación, mirando al techo. Un mundo sin ventanas es un mundo sin amaneceres. Me levanto y saco de la pared el lavabo y me lavo las manos. Saco el urinario y meo un líquido ocre y espeso, vuelvo a encajar ambos en la pared, tengo una leve resaca. Podían haber inventado un sucedáneo sin ella. O con ella y con buen sabor, pero desde luego no sin ninguna de ellas. Salgo de mi celda y me dirijo a las duchas comunes. Y mixtas. Costó acostumbrarse al principio, pero después no. Después el hecho de ver mujeres y hombres desnudos se volvió rutina. Meto la ficha en el cubículo y me doy mi correspondiente ducha de dos minutos con jabón incorporado, y como cada cada día me siento como si estuviera en un lavacoches. No hay muchas concesiones al lujo en la nave, que se construyó deprisa y a la desesperada, con el tiempo marcado por los seis meses que nos quedaban en la Tierra, y por ello todo tiene el aire de haber sido puesto en su sitio con prisas. Frecuentemente algún cable se desengancha del techo y cuelga, no hay ningún embellecedor que los cubra, así que todas las habitaciones parecen cuevas de gusano forradas de cuerdas flojas y colgantes.

No es muy agradable, pero estamos vivos. Nadie tiene ni idea de cómo está la situación en la Tierra, supongo porque quizá el consejo piensa que sería desesperante saber la verdad, sea la que sea. Sea la que sea. Si todo fue como parecía cuando nos fuimos el planeta a estas alturas está vacío de humanidad, libre de parásitos mientras que los vasos comunicantes de la evolución van rellenando los nichos múltiples que dejamos. Devastando y desfigurando las ciudades, entrometiéndose en las carreteras hasta deshacerlas. Destrozando nuestra huella para un futuro libre de humanidad. Quizá otra especie evolucione hasta poseer inteligencia, pero eso no será en lo que me queda de vida, ni de lejos. Y aunque fuera posible (que no lo es) no lo sería encontrar el modo de comunicarnos con lo que sea que piense ahora allí abajo (difícil deshacerse mentalmente de la gravedad, no hay nada abajo o arriba sin un eje de ordenadas y abscisas dado). No tengo mucha idea de cuánto tiempo llevamos viajando. ¿Un año, dos, tres? No puedo saberlo. Es difícil llevar la cuenta, estar absolutamente seguro de que no has marcado un día por la mañana antes de marcarlo por la tarde, no volverse loco intentando recordar si ayer hiciste la marca. En este mundo, hoy por hoy, no hay fechas. Tampoco tendrían sentido. No hay fin de semana propiamente dicho. Estamos en constante estado de emergencia. No hay ningún modo de saber en qué día estamos porque todo se contabiliza de modo relativo: «trabajas a las 18:00 en dos ciclos». En dos periodos de 24 horas. Seguro que alguien lleva la cuenta de todos los ciclos-días, pero yo no conozco a nadie que lo haga, o que diga hacerlo. No sé si alguien está tan cuerdo como para llevar la cuenta sin meses, sin estaciones, sin años. Sin calendarios.

No sabemos cómo están las cosas en la Tierra, pero seguro que el consejo lo sabe. Los cálculos fueron muy claros, desde luego, saben cuánto tiempo tenemos (o teníamos) antes de encontrar el punto de no retorno, a partir del cual el combustible para frenarnos y dar la vuelta y volvernos a lanzar, conservando la suficiente energía para entrar en la órbita de la Tierra al llegar, sería insuficiente, condenándonos a fundirnos en el Sol como una diminuta gota de lluvia en el océano Pacífico. Con un insignificante plof. Es curioso, el universo está lleno de soles, pero sólo uno de ellos es el Sol. Nos hemos llevado todos los recuerdos con nosotros, toda la nostalgia, un sistema entero de organización mental que ahora ha perdido los referentes.

Estamos vivos. Vivimos en cuevas sin ventanas de cables colgantes, no tenemos ni idea de si queda alguien respirando en casa o de si hemos traspasado el punto de no-retorno, pero estamos vivos. Eso tiene que ser suficiente para mantenernos activos. Porque si te apagas recibirás la descarga sináptica. Y si no reaccionas como debes terminarás en un curso de rehabilitación, y eso es peor que la muerte. O eso me parece. Porque uno tiene pocas cosas aquí dentro. Y la que más he tendido a valorar es mi propia cabeza. No tengo ni idea de por qué. Pero así es.

Salgo de la ducha cuando el aire termina de secarme y abro la puerta para rodearme de cuerpos desnudos empezando su jornada, que es la mía. Hay otras. Y salgo por el pasillo tras vestirme y voy a mi unidad, a mi panel, a vigilar las luces que se apagan para apretar un botón justo después que vuelva a encenderlas.

6.

Dos horas después me llaman a la sala de orden. Me entero porque alguien viene a reemplazarme y me lo dice. Un panel no puede dejarse solo nunca. Espero no haber hecho nada mal, no haber llamado la atención de ningún modo. Pero nadie puede vigilarse tanto, porque nadie sale nunca de su propia cabeza. A la gente que coloca cortinas en las paredes no le parece mal. No le parece que esté haciendo nada raro, simplemente siente la necesidad de hacerlo y lo hace. Puedes obligarte a poner música clásica en tu habitación, pero quizá en algún momento tu cabeza se tuerza y decidas que no está mal poner un poco de rock, porque te apetece escucharlo. Entonces has perdido el norte, y ya no puedes vigilarte. Crees que lo estás haciendo, pero lógicamente de una contradicción se sigue cualquier cosa y, de hecho, lo hace.

¿He hecho algo últimamente que no encaje?

Repaso.

¿Cómo puedo saberlo? Si he hecho algo así, automáticamente será normal para mí. La incongruencia sólo la verán los demás. No somos buenos vigilantes de nosotros mismos. Somos los peores vigilantes de nosotros mismos. Me hubiera gustado llegar a algún acuerdo de ese tipo con alguien. Lo pensé en su momento. Decirle a alguien «eh, si ves que hago algo raro dímelo y explícamelo». Pero… ¿cómo saber que no es él el que ha perdido el norte? ¿Si él no se hubiera vuelto carne de rehab yo podría llegar a verlo? Para volverse loco. Del todo. Porque aquí estamos todos locos, pero en una especie de equilibrio. Un paso en falso y te abandonas al vacío. Comprendí que no me ayudaría en nada un vigilante. Y que yo no podría ayudarle a él en absoluto. Comprendí que un vigilante probablemente me haría perder el paso mucho más rápido. O yo a él.

Una locura. Los días sin semanas, sin meses, sin estaciones ni años. La eterna vigilancia inútil (si pierdes el camino ellos lo sabrán y no podrás disimularlo ni aunque fueras capaz de darte cuenta por ti mismo), la eterna búsqueda de control cuando lo controlado es el mismo agente que controla… en el fondo todo es cuestión de tiempo. Me gustaría no pensar en ello. No ayuda demasiado. Sin los referentes básicos todo es muy difícil.

No me gusta ir a la sala de orden, aunque nunca lo he hecho. No me va a gustar. Tengo la sensación de que eso va en contra de mi propia conservación. Me quedo mirando al rehab que me informa y no encuentro nada detrás de sus ojos, no tiene sentido preguntarle nada. Le pregunto su nombre, aún así. Me sonríe y me dice que se llama 1543-2 (¿qué está pensando un rehab cuando sonríe?). Está tan capacitado para mi trabajo como yo mismo. Si una luz se enciende le da al botón, eso puede hacerlo tan bien como yo. Los que no hemos ido a un curso de rehabilitación conservamos nuestros nombres entre nosotros, aunque se nos asignó un número al embarcar. Al fin y al cabo esto es un estado de excepción y el sistema de nombre y apellido es lingüísticamente incompleto. Pero los rehab sólo tienen el número. Nadie sabe cómo se codifican los cuatro primeros números, y por ello tampoco cuánta gente hay en la nave (el consejo lo sabe, pienso), pero todos sabemos lo que significa el 2 detrás del guión. Significa rehab. Yo soy 1984-1. Todavía lo soy. Al decirlo es: 1984, pausa, 1. Él es pausa 2. No he conocido a ningún pausa 3. Por lo que yo sé, nadie conoce a uno. Le cojo el hombro en un gesto inútil, a modo de saludo, y voy a la sala caminando despacio. Con la mente en blanco. Sea lo que sea, ya es, y no hay nada que yo pueda hacer al respecto.

7.

Walter Raga es un tipo con un más que evidente sobrepeso. Me pregunto cuánto debía pesar al entrar en la nave, porque con las raciones que recibimos aquí es imposible engordar, de hecho seguramente haya adelgazado tremendamente. Las raciones que nos dan mantienen el peso ideal, para eso están diseñadas. Un simple supervisor no podría engordar nunca aquí. Quizá por ahí arriba, muy arriba, hay gente engordando, pero yo no les he visto por los pasillos. Walter Raga me está hablando presumiblemente en inglés, pero yo le escucho en un español más que correcto. Antes de embarcar yo también hablaba inglés, y quizá pueda intentar hablar con él en su idioma, pero dará igual, los traductores intracraneales harán su función del mismo modo que si yo hablará en español. Cuando se pensó en la selección de la gente que iba a componer el viaje de salvación de la humanidad lo que menos se quería era una Torre de Babel en la que nadie se entendiera, así que se prestó especial atención al proyecto Traductor. Y el proyecto culminó en un dispositivo insertado bajo el cráneo que recoge todo lo que puedas escuchar, hace un puente entre el oído y tu cerebro cortando la transmisión original, traduce, y te devuelve el resultado en tu idioma natal, incluso cuando ya te están hablando en tu idioma natal. Un sistema perfecto, nos dijeron. Pero sólo tuvieron seis meses para hacerlo. Siempre me pregunto si estoy escuchando lo que el otro está diciendo. U otra cosa. Pero qué. Más paranoia. Es mejor no pensar.

—Saludos, 1984-1.
—Saludos para ti también, Walter.
—Prefiero que me llame por mi número asignado.
—No lo conozco, Walter, lo lamento.
—Es 0321-1, o trescientos veintiuno a secas, si lo prefiere.

Me mira detenidamente detrás de su escritorio de falsa madera, me mira insistentemente. Supongo que quiere llevarme al punto en el que confiese algo, pero yo no tengo nada que confesar, que yo sepa. Supongo que se lo han enseñado en alguna parte, en algún momento de su preparación como supervisor. Supongo que se cree capaz de generar la suficiente tensión como para que yo cuente lo que sé. Pero yo no sé nada. Y este silencio por su parte me hace pensar que él tampoco sabe nada. Los juicios sumariales no intentan sonsacar a nadie. Los juicios sumariales saben a dónde van antes incluso de empezar, y no escuchan razones. Hoy eres pausa 1, mañana eres pausa 2.

—Tenemos un informe un poco… confuso… de la rehab que estuvo ayer en su habitación. Parece ser que usted no puso el suficiente… ¿cómo decirlo?… empuje. Parece ser que no estuvo a la altura de lo que se esperaba…
—Eso es muy relativo, 321.
—Es posible… es posible… pero quiero que entienda que a mí me pone en una situación bastante complicada… si resulta que es cierto que alguien de mi departamento está bajando la guardia… quizá en algún momento alguien pueda pedirme explicaciones. ¿Lo entiende, verdad?
—Lo comprendo perfectamente, pero ayer me encontraba especialmente cansado. Y no esperaba la visita. Hice lo que pude, dadas las circunstancias.
—Ya… pero nadie lo espera, ¿no es así? No estamos aquí para discutir las decisiones del consejo.
—Desde luego que no. Estamos en estado de emergencia. Estamos aquí para cumplir.
—Eso mismo, 1984, eso mismo. Para cumplir.
—Pero di todo lo que pude, y estoy seguro de mi eyaculación.
—Oh, sobre eso no hay dudas, 1984, eyaculó. Nadie lo pone en duda. El asunto… es que a la rehab usted le pareció… ¿cómo decirlo?… distraído. Y yo no puedo evitar que el informe siga el camino que tiene que seguir. Le aseguro que no puedo hacer nada por evitarlo.
—No puedo afirmar saber de dónde un rehab saca sus conclusiones, pero puedo comentar que era difícil estar distraído delante de un cuerpo como ese…
—Oh, le comprendo, conozco personalmente a 0999. Por eso mismo el informe me pareció tan… extraño. Tan difícil de explicar. De justificar. Y entiendo que cualquier tribunal que lo examine se encontrará con las mismas dificultades.
—¿Puedo inferir que estoy en problemas por ello?
—Oh, no, 1984, nada más lejos de la realidad. Eso era simplemente curiosidad personal. Está aquí porque debo comunicarle que está relevado de mi departamento con carácter inmediato y permanente, y que debe presentarse ante el comandante inmediatamente.
—¿Inmediatamente?
—Así es.
—¿Entonces debo pensar que he sido retenido aquí más de lo necesario?
—No tan rápido, 1984 (pausa larga) 1, no tan rápido. No ha sido retenido. Simplemente ha sido requerido para contrastar información de un informe potencialmente perjudicial.
—Pues si esa función ha terminado, solicito permiso para irme.
—Lo tiene.
—Un placer, señor.

Y quién sabe dónde está el despacho del comandante. Ya preguntaría después. Pero tenía más información de la necesaria. Yo era importante para algo. Y eso siempre es una baza que merece la pena jugar. En un mundo como este, esa es la baza que no sueltas. Iría a ver al comandante. Por supuesto que iría. Por fin un as en la mano.

Aunque no tuviera ni idea de cuál era.

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