No decir las veces en las que algo se quedó sin decir. Eso es una máxima, nunca puedes hacer un recuento, porque si lo haces desarrollas una tendencia a volver a las situaciones en las que algo no quedó claro para resolverlas. Y una de las cosas que he terminado comprendiendo es que que las situaciones se resuelven cuando deben o no lo harán nunca, por mucho que lo intentes. Porque todo tiene su momento.
Estoy despegado del museo por los motivos de siempre: este tipo no me representa y aquí jamás se habló de mi vida. Pero además hay motivos nuevos, estoy enfrascado escribiendo «el año que no follamos», que intento que sea mi nueva novela. Y me estoy divirtiendo como un idiota. Y entre eso y los cientos de cosas que ando haciendo nunca encuentro el tiempo para entrar por aquí, excepto cuando estoy triste por algo.
Cuando estoy triste por algo me acuerdo del anticuario y me convierto en él, ese gran tipo que me salvó de volverme rematadamente loco y que ahora, en un estado de cosas mucho más optimista, no termina de encontrar su sitio. No se encuentra cómodo conmigo. Se ha convertido en una especie de consejero sabio que siempre está a mi lado, pero que no siempre tiene algo con sentido que decir. Y aún así me resisto a cerrar esto, porque gran parte de mi vida está aquí, o por lo menos gran parte de mis tribulaciones y pensamientos. O al menos las que le pertenecen a Anticuario, ese gran tipo que me salvó del caos introduciéndome en uno distinto.
Pero ando enfrascado en la novela, y en las fotos, y en el curro, y en las webs, y en el grupo, y en recuperar mis ganas de tocar, y es casi excesivo para dejarle sitio. Y no lo comprende muy bien. Pero a veces encuentra su lugar en mi mundo, como cuando aclara: «No decir las veces en las que algo se quedó sin decir. Eso es una máxima, nunca puedes hacer un recuento, porque si lo haces desarrollas una tendencia a volver a las situaciones en las que algo no quedó claro para resolverlas. Y una de las cosas que he terminado comprendiendo es que que las situaciones se resuelven cuando deben o no lo harán nunca, por mucho que lo intentes. Porque todo tiene su momento.»
Y yo me acuerdo de por qué no puedo prescindir de él en un sólo segundo justo antes de seguir viviendo. Y le hago un cariño. Y vuelvo a lo mío.