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las preguntas formuladas

Claro, mucho tiempo sin entrar por aquí, porque han pasado millones de cosas y pararse a escribirlas requería pararse a pensarlas primero, y me estoy dando cuenta de que no soy bueno en eso, de que tengo como un click cerrojo mental que no me deja pensar mucho en nada porque no sé dónde estoy pero sí sé dónde no estoy, y pensar demasiado con ese criterio sí que es un suicidio profundo. Constante vital (eso del pulso y las pulsaciones), una constante vital es algo que siempre sucede y que te mantiene vivo.

De ese modo, no pensar es una constante vital, según el caso y el alimento. Cuando una constante vital desaparece, ponte a recoger.

Menorca psicodélica fue el primer ostión fuerte en el andamiaje mental de orfebre que he cultivado en esta vida de andar corriendo, en esta subrutina que se ejecuta bajo el nivel consciente según la cual todo aquello que suene demasiado bien terminará indefectiblemente en desastre. Porque existen modos y situaciones que suenan bien y no terminan en platos rotos, llantos y abandonos. Es difícil comprender hasta los últimos extremos esta implicación, pero es posible. Al fin y al cabo no es más que pensar que si el autobús va recto es porque no hay curva y que, cuando la haya, girará. Una cuestión de confianza. No es fácil elipsar las cicatrices en las circunvalaciones de tu corteza cerebral basadas en los cientos de veces en los que el autobús giró recto y después piernas rotas y llantos y más cicatrices y preguntas sin respuesta al pie de la curva mientras te preguntas si seguir vivo es la respuesta. Porque seguir vivo es una necesidad, pero no sabes qué tipo de respuesta es si es que lo es.

Seguir vivo es una curiosidad, pero no una respuesta.

Y allí en Menorca recuperando las ganas de tocar cuando en un garito gritaban a Paco Bello como si la canción fuera mía y yo sonreía, porque no era mía pero la había cantado yo y eso es algo. Eso siempre es un comienzo de los prometedores, de los de beso en un portal y «nos vemos mañana» con intención real de verte mañana. Y nos sentábamos por la noche cenando 20 y nos reíamos, y yo me daba cuenta de que el resto lo hacía como si eso fuera lo más fácil y lo más natural del mundo. Pero yo sabía que no lo es, y así miraba un poco desde dentro y un poco desde fuera. Un poco juez y parte, un poco voyeur y un poco desde dentro. Pero al cabo de los días el tipo que estaba fuera se fue desdibujando, como el gato de cheshire si se me entiende tan zafio, como ese gato que elude parte tras parte hasta desaparecer por completo.

Y ese tipo de fuera, que soy yo mismo de algún modo, se piró y por eso al irme de Menorca sentí como si me estuviera arrancando el brazo, porque había estado allí dentro por completo, y eso es más que bien raro. Y ahí comprendí que estoy herido, bien herido aunque no de muerte porque si no me habría muerto ya, pero terriblemente herido. Estoy medio destrozado. Tengo una concepción del mundo perversa que afecta a todo lo que hago y que me destruye, que me hace daño, y que está basada en ese tipo que siempre está fuera y me susurra cosas al oído. Ese tipo que ha nacido de todos los fracasos y todas las decepciones y de todas las veces que me volcaba en lo que hacía mientras sonaba la canción que me iba a volver del revés. Como siempre.

Por eso no me vuelco ya en nada. Así no hay canción, no hay ostia, no hay autobús en el terraplén. No hay decepciones. Y, sobre todo, no hay culpas ni por supuesto culpables.

Por las mañanas cogía la scooter y me piraba a por el periódico y a leerlo al puerto, y cuando levantaba la vista de la mierda de las noticias veía mástiles pasar y olía el mar y me decía que no se estaba mal siendo yo mismo en ese preciso momento. Y eso era ya bien raro porque yo siempre me pregunto qué coño pinto yo en cualquier parte en la que esté. Eso para empezar. Y compraba tabaco y leche y volvía a Son Foc y saludaba, desayunaba y volvía a estar dentro de la rueca temporal del buenos días, conversación intrascendente, qué tal estás, cómo has dormido y todo tan bien y tan ricamente y… sin nada más, y sin problema por ello.

En el avión me miré muchas veces al brazo, porque realmente sentía que me lo estaban arrancando de algún modo.

Y después vino lo de Valdemanco con el tipo (Mario) que sin un pavo y unas cabras y poco más se fue allí a vivir y lleva ya cinco años en medio del campo con una casa de adobe y paja y mierda y barro. Y ese tipo y la tipa que ordeñaba las cabras y los demás regando el huerto, y la vida en lentas circunvalaciones alrededor de mi podrida cabeza como si todo fuera tan sencillo, como si el problema estuviera en mi cabeza (estoy herido) y no en la realidad circundante y no desde luego en el carrusel bendito de las cosas que suceden y siguen sucediendo aunque no tengas capacidad para verlo.

Y los ojos de Mario estaban nerviosos por otras cosas (las cabras no querían entrar, el perro se bebió la leche, el gato no aparecía) y formulé preguntas. Lo hice. Un tipo tan hastiado de preguntárselo todo constantemente (un suicidio profundo… frecuente) esbozando preguntas para intentar reincorporarse al ritmo de la vida de una puta vez. Intentando desde mi estupidez una clave para que mi propio gato de cheshire desaparezca de una puta vez en todos los planos.

Y no supo darme respuesta. Eso lo esperaba. Es imposible porque las respuestas me pertenecen.

Pero entendió las preguntas. Las comprendió, supo qué significaban. Como si fuera algo sencillo. Sin darle importancia. Nos mirábamos a los ojos y sabíamos que no estábamos hablando de nada pero estábamos hablando de lo mismo.

Yo llevaba la guitarra en el maletero, el saco y el aislante. Pero tuve que salir de ahí.

Darme un respiro para que todo encajara. Para poder contar esto (ser capaz de narrar mi propia historia).

Nunca nadie había entendido mis preguntas. Verte al otro lado del espejo por primera vez da un miedo tremendo.

4 comentarios

  1. La felicidad (y el éxito) son personales e intransferibles my friend, tú lo sabes mejor que nadie que has leído mil libros en los que los tipos cuentan cómo los encontraron ellos, de forma particular, no cómo alcanzarlos. Me alegra y emociona ver que estás casi de vuelta.
    Un abrazo,

    Hare

  2. Mucho tiempo sin saber de nadie;sobre todo de mí.Pero esto va a continuar así porque los cambios requieren esfuerzo y trabajo y es un precio que no estoy dispuesto a pagar.Trabajar,dormir,comer,cagar,cagar y cagar a nivel fisico y sobre todo espiritual.Oyendo en el trabajo (es el único sitio en el que oigo;el resto estoy metido en mi cueva de ciudad sin cabras-sólo cabrones/as-) gran cantidad de estupideces que dice el 98% de público que me visita:y yo me fundo con ellos pareciendo uno más;y lo consigo.Algún día nos volveremos a ver;algún día.De momento me atreví a escribir esto.Os sigo a ti y a Dani Hare y a los vídeos pornos del «youporn» hace algún tiempo por la vía de las tecnologías en las que desnudais vuestras almas (que yo pensé que no teniais) y vuestra vida.Un saludo y a seguir intendando salir del pozo para poder meterse en otro más oscuro o más claro pero siempre que sea un puto pozo;y si huele mal y si ese olor es a mierda mejor.Si el sr. Hare lee esto decirle que un saludo muy grande y que sepa,por si no se los ha mirado,que tiene dos huevos y además de un gran calibre.Y sobre todo el ánimo y la ilusión y más cosas que no me acuerdo que a mí me falta y que no sé si quiero tener.Si no lo lee también se lo digo.Que os vaya bonito a toos.Un beso muy fuerte (pero no de hermano) y con lengua.

  3. Bienvenido seas, Tarado. Se te echa de menos desde este mi lado de la barrera, y quiero que sepas que comprendo el esfuerzo pero que sólo tienes que silvar para que nos echemos un vistazo encima. Y que el tiempo es sólo tiempo pero a veces se convierte en mucho tiempo.

    No te lo pienses mucho, que ahí empiezan los líos, y vente un día a tomar una cerveza a Ajalvir, donde vivo ahora. O voy yo a donde vivas tú ahora. Me gustaría mostrarte un par de cosas, abrir un par de cajas de luz de luna, dar una vuelta por las cosas mirándolas a vuelo de pájaro. No porque tenga nada que enseñarte, que de eso no hay nada, sino porque hay un par de cosas que me gustaría que vieras.

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