Qué coño, no es así.
Empezaré por un lugar conocido:
tomo mi viento, me lo llevo a otro lugar,
sé que ya es difícil que existan piscinas o coca-colas
con sombrillita,
pero eso es sólo porque pretendo saber más de lo que puedo saber
y respiro
entre (adelanto una de las nuevas canciones)
las caras del despertar
la halitosis del mal dormir
la ruina de ser feliz… a tiempo parcial…
y es algo razonable
no dormir, no despertar, no vivir,
es algo razonable porque todos los poros
de tu cuerpo están siempre en otra parte,
o aún en otra parte
o
(no me atrevo a decirlo)
para siempre en otra parte
y cojo el viento. A otro lugar.
El vino y la guitarra y las canciones.
Es curioso, casi siempre me divido, salto de un lugar a otro. Pero si me centro, sólo
puedo hacer una cosa. Hasta que acabo, respiro.
Me vierto.
No tiene importancia, todo rueda.
No debo caer, no debo caer…
y entre tanto pienso
que no sé cómo hacer
que todo vuelva a rodar
cómo jode esta levedad
cómo jode dormir sin tu voz
ni puta idea de
cómo coño hacer…
(canciones que están, y debo suponer que están ahí por algo, quiero intuir que en ellas voy dejando piezas que no encajan para librarme de ellas. Después, con los conciertos, me pese lo que me pese se irán convirtiendo en lentas alegrías, en pequeñas dulces glorias… pura representación de algo más allá de lo que las motivó, allá en su día…)
En cuentas resumidas que todo lo que se pierde prepara el camino de lo que no ha existido nunca.
Hmmm.
Gilipollas.