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un capullo

Un capullo, soy un verdadero capullo. Tanto meterme con Koldo, y al final me ha dado la solución para hoy (uno ya no cree en soluciones eternas o regularmente duraderas), sin darse cuenta. Y eso es lo mejor, porque lo hace todo más genial, porque convierte a Koldo en alguien más espectacular. No tiene ni idea. Ha sido la película, por supuesto. Pero Koldo no sabe hablar según qué cosas. El otro día, si recordáis, fue la guitarra. Hoy la película.

Lluvia en los zapatos.

En resumen (e importará luego), un tipo apellidado Bukowski (y llamado Víctor, pero es más curioso lo primero), actor, es una suerte de fracasadillo con relación estupenda, pero algo anquilosada después de seis años (koldo, kabrón, siempre tan kabrón), tiene un lío con una compañera de reparto y se lo cuenta a su novia anquilosada. La piba se pira y rehace su vida con un tipejo que conoce en un gimnasio. Ocho meses después Víctor está desesperado, va por las calles y las tiendas enseñando la foto de su ex, ella se va a casar al día siguiente con el tipejo… se emborracha… y en eso está cuando habla con una camarera, le cuenta su historia y lo peculiar que era («todos creemos que son peculiares», dice ella). Ella le da, cuando él se va, un paragüas jodido, porque está diluviando y algo es algo (también hay un pianista fumado, pero la pertenencia y relevancia de este personaje con la historia es borrosa, supongo que por estimular la sensación de extrañeza del espectador, no muy conseguido, hay que decir poco para crear misterio, pero no tan poco). Él se tira a sí mismo a un contenedor de basuras porque se piensa una basura y quiere ir a que le traten y le conviertan en abono. Pero los basureros son un trasunto extraño, españoles, un viejo quijote y un joven analfabeto. Le llevan al basurero, hacen un ritual extraño (o algo, en la peli es breve) le dan vueltas y vueltas y…

Víctor se despierta en la mañana en la que todo sucedió, cuando le contó la historia a la que iba a ser su flamante ex. En esta segunda parte él no dice nada y siguen juntos, pero anquilosados, ella conoce al mismo tipo aunque el pobre vic lo intenta evitar y, al final, le deja ella por el tipejo. Él vuelve al bar a buscar a la camarera que le dio el paragüas (me estoy liando) pero todavía no está (tendrán que pasar meses) y, sin embargo, conoce a Penélope Cruz convertida en escritora fracasadilla. Ella le tira los trastos pero él está concentrado en buscar a su camarera, para volver otra vez atrás. Pene le lleva a casa borracho después de ligotear con él en horario de trabajo (blasfema) y al día siguiente la despiden y entra la camarera del buen Bukowski. Ella no le recuerda y además está manteniendo una conversación idéntica con otro tipo. Vic deja el paragüas en la barra, se pira, pilla a la Pene y se la lleva de juerga hasta morir. La lleva a casa y la tira en la cama (cómo me recordaba a Lucía y el sexo esa escena, aunque no tenía nada que ver más allá de lo formal, de la situación coordinada en cosas), se pone a leer sus escritos, bla, bla, bla. Se enamoran y él decide trabajar en televisión y lo consigue (cosas de las películas). Le dan el premio al actor cómico del año. Y un helado de fresa con nata.

Mientras tanto la ex se ha hartado del pardillo que conoció en el gimnasio porque él está siempre trabajando y demás pamplinas. Vuelve a por Vic, va a verle a la entrega de premios. Hace que él salga justo cuando le nominan, la Pene sale detrás al rato y les ve cogiditos de la mano, teme lo peor… pero vic le dice algo así como «no quiero vivir en el pasado, sé dónde estoy, pero tengo que explicárselo». Recoge el premio un tarado amigo suyo (eso no es significante), y Vic el pobre le explica a su ex que aunque pudiera olvidarse de todo lo sucedido, no podría olvidarse de que ama a la Pene. La ex llora porque sabe que se ha equivocado (él también lo sabe, lo saben ambos, pero no se puede olvidar uno de las cosas ajenas que se entremeten en las relaciones quieras o no hasta hacerse palpablemente propias).

La ex sale llorando, un bedel le da un paragüas ajado porque está lloviendo a cantaros, se sienta en un banco del parque y aparecen los basureros…

Lo que, por supuesto, nos lleva a la realidad en la que ella no le deja por el tipejo del gimnasio (en principio) pero él le cuenta lo de la compañera de reparto, y otra vez a lo mismo, y otra vez de vuelta.

No he extraído ninguna moraleja, tendré que verla en un par de años. Lo curioso es que al irse koldo me he bajado a por tabaco con él. La verde estaba cerrada con camareros dentro y me han dejado entrar. Al salir he doblado la esquinilla del local y…

jejejjejejejjejeje…

basureros limpiando las calles.

He sentido vértigo (y ya sabemos lo que pienso de los vértigos).

Ha sido un momento de intensidad en las percepciones (y perfectamente previsible, soy consciente, a eso mismo me refiero, salí a ver basureros, diría Loli, con una razón apabullante).

Ah, capullo, cómo te entiendo en lo de la mística, la vida sin mística está llena de aristas y cantos duros y, si me apuras, de espinas. La mística es la poesía vital que alimenta el cerebro hasta hacerle reventar, que lo engrasa para que pueda dejar de rechinar.

El caso es que determinadas coincidencias (buscadas o no, posibilitadas o no) excentran la mirada, nos sacan del ojo la lente con cataratas de la rutina y nos permiten percibir cada momento como único (todos son únicos, si buscamos semejanzas es meramente por una cuestión de supervivencia evolutiva, el animal tiene que hacerse un territorio para no morir de puro miedo ante lo inesperado).

Ver la peli ya me puso de buen rollo (no tengo ni idea de por qué, debería haber sido más bien al contrario, pero me hacen tanta gracia los tópicos por los que todos deambulamos en un momento u otro…)

Pero lo de los basureros fue una ostia que me quitó de encima la perspectiva asimétrica y desenfocada de mi propia vida de solitario abandonado (aunque te rías, lele, y no te lo puedas creer porque me conoces muy bien, te juro que tengo que luchar con un complejo de inferioridad 8’2, escala Richter), para colocarme la de tipo peculiar al que le suceden cosas (ohhh, el reino volátil de la posibilidad… cómo cambian las cosas cuando uno siente que tiene posibilidades de moverse, de cualquier cosa), igualmente desenfocada, pero enormemente productiva y sanadora sin embargo.

En definitiva (y optando al premio del posteador más plasta por extenso) que de nuevo estoy reconciliado con el mundo, como en la última semana, que voy a tocar la quitarra aunque sea la una y a hacer una canción de amor de las buenas, de las que son celebración en vez de llanto. O a leer sobre el liberalismo económico (habermas vs rawls, en este caso) o, simplemente, a tumbarme en el sofá (incluso quizá en el palomar) a dormirme como un angelito terrible y mordaz.

Te lo dije en el coche, pero lo repito: gracias, Koldo, kabrón. Eres un tipo. Y eso ya sabes lo que significa cuando yo lo digo. (Y ahora rectifico, sabías perfectamente lo que hacías cuando la trajiste).

6 comentarios

  1. Ya no me acordaba de esta película… y eso que la he visto dos veces. Me gustó. El círculo te deja perpleja.

    Imposible olvidar lo que has hecho mientras aprendías a nadar sin salvavidas. Y si, durante ese tiempo, has amado a otra persona, no hay vuelta atrás.

    Nos cuesta aceptar que hemos cometido equivocaciones, y más todavía, si esos errores han supuesto la pérdida de lo que más importaba.

    Por cierto, eso del misticismo… ufff, a mí me da yu-yu. Ando cabreada con tanto esoterismo sentimental/vivencial. Somos normalitos y es mejor aceptarlo -se disfruta mucho más- que adornarlo, al menos, para mí. Entiendo que existan personas que necesiten ponerle llanto en forma de palabras a su existencia para que resulte algo más especial, pero cansa tanto…

  2. no, no es llanto, el llanto es una consecuencia de la falta de mística, en mi caso (de nuevo paniker, mística y filosofía, te lo recomiento). yo hago una interpretación algo personal de la mística, para mí es, simplemente, poesía, darse cuenta de el diferencial de cada momento, o por otra parte meterse tanto en el momento que se convierta en experiencia, y no en una situación más.

    No me refiero a que haya una especie de orden geométrico en el que estamos inmersos, por el que cada suceso lleva en sí un mensaje críptico que hay que interpretar o algo por el estilo.

    Es más bien, ya te digo, poesía.

  3. Ya, Miguel. Te entiendo. Es como si las circunstancias que rodean una situación te fueran dando la clave para que todas ellas fuesen distintas entre sí. Como lo que cuentas de los basureros… como lo que me pasa a mí cuando alguien me habla de algo en oncreto y a los ucatro o cinco días, sin venir a cuento, cae en mis manos un libro hablando sobre el asunto.

  4. Exacto, no es cuestión de sacar las cosas de quicio, sino de darse cuenta de las singularidades y de cómo rompen la perspectiva de la rutina.

  5. Pol dios cómo nos perdemos…y yo estoy biewn perdida, tanto que cuando vuelvo ya no te encuentro donde te dejé.
    Abrazos para el futuro, bien fuertes.

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