Aquí seguimos, sentados. Mirando las pantallas. Huyendo, de cuando en cuando, a fumar cigarros nerviosos.
Esta noche raciones y cervezas. Mañana cena de compañeros. Pasado quedé. El sábado lo dejo libre para la indecisión. No me preguntes por qué la desesperación, pero agarrar un litro es equivalente a perder completamente el control sobre mí mismo y, así, cada vez que un litro es abierto nadie puede saber nunca nadie sabe dónde acabarán las cosas. Es imposible saberlo.
Yo sólo miro.