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siete años

Hoy fue el día de la madre. Cosa que está bien. Cosa que es comprensible. Menos comprehensible, pero bastante comprensible. Es un gran aniversario. Yo fui el amor para mi madre. Eso es sensato, tiene su aquel. Sigue la línea.

Hace SIETE días de la madre nació éste blog, es decir, hace siete años que nació estó. El museo de metralla lleva siete años en sus pantallas. Poco se ha ganado desde entonces. Si miro a mi alrededor, sigo en la misma casa, con la misma bici. Los ordenadores son diferentes. Hay estanterías nuevas. Mi vida es completamente diferente. Toda la Galia está ocupada por los romanos… ¿Toda? ¡No! Una aldea poblada por irreductibles galos resiste todavía y siempre al invasor. Ecos de guerras mayores. Resonancias.

Eso de estar aún aquí es mucho más de lo que esperé en un principio.

Sigo resistiendo, sin saber muy bien por qué. Sin saber muy bien cómo.

No conozco los engranajes, me limito a permanecer como una lapa.

He vuelto a coger la bici. Cuando me ven unos llaman a la poli, otros a la perrera. No es sencillo ver un ballenato en ruta y no hacer algo. Imágenes recurrentes que devuelven el saldo, que dejan mensajes en el contestador. Por aquí han ido pasando mujeres. Este blog es esencialmente de mujeres. No, este blog no es de mujeres.

Es, más bien, de mis problemas con las mujeres.

Si tengo que hacer un resumen y tengo que decir que hago literatura (idea que me gusta, aunque no sé si es correcta), diré que lo hice gracias a ellas. Pasaron por aquí y llenaron mis días de cosas bonitas, pequeñas y delicadas, de cosas perfumadas, de cosas preciosas que no comprendo pero me marcan. Si tengo que recoger un papel y hacer un almanaque de una sola frase que surgió aquí, escojo una:

Con el vaso medio lleno de los besos que me diste y todavía financio.

Porque siempre estoy pagando a plazos según qué besos.

Y un par de certezas: la limpieza es deshonesta, lo sincero es el desorden. La limpieza siempre esconde algo. Por ejemplo, en los hospitales, donde nadie tiene mucha idea de lo que está haciendo, la limpieza es obsesiva. La limpieza es una musélina que malcubre como un azogue podrido la verdadera cara de las cosas, que permanece debajo de ella esperando no ser vista.

(Me queda sólo un cigarro, no tenéis que tener mucha paciencia sobre la longitud de esto, en cinco minutos termina).

Y dos, enorme: los problemas, si han de venir, que lo hagan de uno en uno. En fila india. Así los esperaré, en mi propio y personal paso de las Termópilas.

Una frase y dos certezas es mucho más de lo que se le puede regalar a cualquiera para quedar bien.

No es casualidad que un blog como este naciera en un día de la madre. Es bastante coherente.

A todas: gracias y de nada. Está bien. Todo fue como tuvo que ser. Hubiera deseado que fuera de otro modo. Pero no pudo ser.

Hace siete años empecé esto sin una idea clara.

Sigo sin ella.

Pero todo lo que ha pasado ha significado algo.

De eso doy fé.

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