Lo peor de haber amado alguna vez, es que te das jodidamente cuenta de que no vas a dejar de hacerlo nunca. En eso estoy pensando mientras torturo al seven up. Me acabo de levantar del sofá para venir aquí. Antes me levanté de la cama para ir al sofá y adormecerme con la tele. Mañana he quedado con Goyo a las diez y media, y como me conozco le dije que si no llego me tiene que llamar (odio conocerme tanto). En estos momentos es cuando uno echa de menos ese par de litros de cerveza en defecto de ese par de abrazos tan benefactores. Pues voy bien jodido, porque sólo me quedan dos cigarros, y uno de ellos me lo estoy fumando ahora mismo. Eeeee, empieza a punzar el mono antes de terminar con la nicotina del todo, incluso. Para no variar he empezado un par de relatos (con uno me he reído un huevo, no tiene ningún sentido) y he seguido recopilando poemas, para hacer un puto lío a una futura sociedad extraterrestre que los encuentre una tarde de domingo rebuscando entre el sustituto de la hierba que evolucione de alguna bacteria después de la devastación total del mundo (mientras matan a un par de mad max supervivientes, que de esos siempre hay). Me voy a pirar al sofá, que aunque me pese tiene cierta ventaja ante el palomar: apesta menos a soledad, tiene menos sitio para dos (bueno, ejem, siempre cupieron dos, pero de estrangis y con los esfuerzos que sólo genera el amor cabezón). Y encima con dos cojones voy y me curro un post semi-divertido.
Bueno, al menos esa era la intención. Y ahora un mensaje secreto para alguién que jamás leerá esto:
TTT.
Tarado, melancólico y con un corazón capaz de arrastrar camiones con el freno de mano puesto.
(Y mientras revise el mensaje, me encenderé el último, maldita escasez).