No sé por qué decido llamarlo así, pero lo hago. Esta mañana me levante pronto, a repasar, lo que en mi caso no es sino sentarme a tocar la guitarra con la elevada esperanza de que todos los conceptos se articulen solitos en mi cerebro ocupado en otra cosa. Después fui caminando a la estación de tren, y nada digno de mención, nada ridículo, nada estúpido. Parece ser que tenía que renovar la fe en la especie humana esta mañana. Entro en el tren y todo normal, sospechoso. Al llegar a la facultad todo tenía un tiempo normal, así que me senté a esperar el exámen, que aunque empezaba a las doce no recibió la ilustre visita de la enorme foca de gran papada hasta las doce y cuarto. Media hora antes le había visto encaminarse a la cafetería con otro profesor. Cosas que pasan, supongo.
Nada más empezar el examen me sentí muy tranquilo, parece ser que los conceptos han hilado fino y se han articulado convenientemente. Dos horas de nada, siete folios y para la cafetería, reino innegable de la cerveza. Allí me encuentro con alguien cuyo nombre no recuerdo que me da dos besos, me abraza y me dice que le guarde la mochila, que se va a mear. Con el estoicismo de la determinación me encamino a la barra, saludo a Dany y le pido un tercio. Vuelve mi amiga y levanta los brazos para hacerse una coleta, revelando en ello la intensa actividad de las glándulas sudoríparas de sus axilas, que producen perfume en cantidades que ni channel puede siguiera aproximar. Estás en filosofía, idiota, ¿se te ha olvidado ya? Hablamos de todo y de nada, de filosofía y de la vida. Me presenta a una amiga suya, de muy buen ver y mejor tocar, supongo, que trabaja en el departamento. Como somos de una generación ya olvidada tenemos mucho de que hablar, para que no se nos olvide también a nosotros mismos. Se van y llega mi amigo Viana, hace un año que no le veo. Más tercios. Antropología, puto Malinowsky y su estructuralismo. Hablamos de los problemas de la cultura global y de la plasticidad de la cultura y de si es permisible recuperar una cultura que ni sus propios miembros tienen intención de recuperar. ¿?
Más tercios, pago yo. Este mes voy bien, Viana sólo estudia y es un buen tipo, algo chinado con lo que él llama caer, a saber: novia y piso. Su postulado: todos debemos caer, pero queda en nuestra mano hacerlo con algo de estilo. Buena razón tiene. Afrontar la novia y el piso sin cambios sustaciales en lo que somos, en la medida de lo posible. Me despido dándole el teléfono y dándome él el suyo, como siempre. Las cosas, que pasan.
Tren de vuelta en defcon conmigo mismo, cojo rápido un libro: «la ciencia ficción bajo la luz de gas», relatos de ciencia ficción de 1880 hasta 1910, incluso hay uno de Chejov que estoy muerto de ganas por leer. Llego a casa, pillo una sin, me enchufo el libro «Cine, historia y ciencia». A la hora lo dejo y enciendo la play, gano algunas carreras, gano algo de dinero. Lo dejo, vuelvo al libro, llega Lore, se va con mi hermana mayor. Pillo una sin, hago destrozos en la web, retomo el libro hasta las once. Hablo con lele de la mísera condición humana a la que haces referencia, Lala, con una salvedad, lo nuestro no es una pretensión, sino una necesidad absurda, pero necesidad igualmente. Me deprimo a mach 3. Me meto aquí, veo correos, veo gente, se me levanta el ánimo. Pienso en hacer una especie de parámetros de lo absurdo, pero me parece que ya no me apetece, así que voy a enviar el correo, a destrozarme el cerebro con la tele hasta que me duerma. Porque la mayoría del tiempo sólo me hace falta apagar el disco duro de mi cabezota para que las ilusiones retornen. Y con ellas la misma vida.
Cuidaros mucho.