A veces me pregunto si no sería mejor darse una vuelta y quedarse un rato. Tranquilizarse. Quedarse en medio, buscar la paz del no hacer nada. Al fin y al cabo, lo único verdadero es lo sencillo.
Recuerdos para Castor. Queda menos gente de la quinta de la ventilla. Creo que queda Fidel, sin más. Momentos que se evaporan diluidos en las mesas de una cafetería que ya no existe, mi padre y él rellenaban 16 horas, al menos, de presencia allí.
Mi madre ha perdido hoy su parte robocop. Nos han metido su placa, los clavos y el tornillo en un bote y, aún con restos de ella pegados al metal, nos los han entregado. Carne y sangre adheridos al aluminio. A veces me parece apabullante la facilidad con la que nuestro trabajo, por especial que sea, se nos vuelve normal y rutinario.