Hank es un perro. Un buen hombre, supongo, pero un perro (¿se podría hablar en este caso de paidofilia?). Todo continúa más o menos igual, los veinte minutos de monólogo del café, las risas, la tranquilidad, revisar las interneces, mirar, preocuparme por las cosas, reventar mirillas de puertas cerradas. Esta noche escribiré un par de relatos que me rondan, tengo que escribir setenta páginas antes del viernes, enviar la biografía al parnaso, meter las canciones nuevas de zentuario en su web, hacer la web de corriente de izquierda con php nuke, enviarle a jara la letra de la nueva canción y revisar los arreglos que ha hecho, revisar al menos un capítulo de mi segunda novela para tenerla lista antes del fin de semana que viene, solucionar el problema que tiene b2 con google, y todo ello cuando llegue a casa. Como no duermo, he comprado tabaco, haré café, y me pondré a todo, una cosa detrás de otra. Os dejo con el viejo en el post siguiente:
Tarado, a la ataraxia por la hiperactividad.