Maldita gente, repito,
después de que me den fuego.
El cigarro crepita y humea gimiendo el aire
en pavesas.
Una situación incómoda lo es por muchos motivos.
Aunque no valga ninguno.
No les importa.
Hacen la situación incómoda de todos modos.
Les es indiferente.
No les importa.
No hay calles ni viejas ni portales ni interruptores,
bien mirado.
Quizá,
ergo quizá,
sólo tú y yo,
que ya no nos damos la mano, ni los pies,
ni las bocas, ni compartimos cigarros.
Todo un submundo acaba de nacer.
Acércate.
Echa un vistazo.
Tú y yo lo hemos creado.
– Es poco, es poco para tanto.
– No jodas. Es tanto para nada.
Lo que queda, ahí fuera, se va tiñendo de azul.
Maldita la gracia.