Y en la desembocadura
de la noche,
en la frontera de las seis de la mañana,
te encuentro en el metro.
Estás cansada, repleta de restos
de nocturnidad, de agitación,
de minis de dyc, de besos mal dados
en los lavabos,
de música sin graves,
de sonrisas indiferentes,
de palabras sordas en el oído
doliente del fin de semana.
Y qué distinto hubiera sido
antes, sin restos,
si te hubiera querido
cuando el viernes empieza, preñado
de absurdo y posibilidad,
de esperanza sostenida por un crisol de
anhelos y tonterías sin
sentido…
…qué distinto entonces, que distinto
a ahora mismo…