“Botellas tras la barra enseñan
ahora sus benditos contenidos, nos
golpeamos los pechos sangrantes
y no tememos decir:
ni dioses, ni hombres,
ni bastardos…
Aún quedan
-y no son ilusiones-
buenas razones para asesinar
cualquier razón. Todo es un deshecho
de sí mismo obligándose a perpetuarse
a sí mismo.
Buenas opciones para no elegir
nada, buenas alternativas que no
difieren en nada: más de lo mismo.
Buenas corduras esquizoides y neuróticas
a las que aferrarse cuando,
sin dinero en los bolsillos,
salgamos fuera y estemos
solos, hambrientos, sedientos
y vacíos.”