“Sobre la somera duna de tus senos
un torreón corona, regio,
su esquiva soledad erguida.
Lo tomo y lo muerdo y entre mis labios
solidifica y ruega,
al aire,
que la piel no cese, que no se
congele la sangre, que los labios
continúen y no mueran y
extiendan a todo el universo
su fina película protectora.
Factor 13.
Para así no pulsar la
podredumbre que es escoria
y nos rodea. Equivocar
lo necesario y, ya
sólo posible,
alzarlo como desconocido y
así destruirlo.”