no sé.
Después nacimos al abismo
y sentimos la luz crepitar
sobre nuestros propios huesos,
sentimos el alma y un
grito atroz de dolor saludó
en él mismo la primera
palabra.
Y no sé, no puedo saberlo,
pero creo que entonces fue el
llanto, el terrible llanto
de sentirse uno y nada en
el mismo centro del silencio.