… el aire
dulcificado en sus corrientes.
No, hoy no existen televisores,
ni fuentes, ni calles, ni perfumes
ni hedores, ni respuestas
ni paradojas.
Hoy acojo el aire que
icástico me cubre, blanda
pero férreamente, enorme
y diminuto, irreal y
tangible; hoy aprisiono
el segundo y reniego de
nombrarlo, escojo el camino
que no se traza en ningún sitio.
Atravieso el aire
dulcificándome en sus corrientes.
Embriagado, formulo una
admiración y respiro:
por hoy, estoy salvado.