Una risa, un sonido,
el movimiento nocente
de un ombligo re-
torciéndose cruelmente
en la distancia.
Veo sal, sol,
embriaguez, paredes,
veo montes exprimidos
y con ventanas
y terrazas
que ofrecen su canto negro
al aire, estancado,
plomizo, abatido
al caer la tarde.
Veo la poesía,
circunvalación regional de
lo vivido,
tomando sus negros trazos
de todo esto que es
ya algo somero,
escrito.