Tomamos café los veranos,
los otoños, los inviernos,
las primaveras.
En realidad casi podríamos
decir que no hacemos otra cosa,
destemplados entre sillas y
mesas, caras borrosas que se
van decantando puerta afuera.
Tomamos café y nos
agotamos, van redundando
nuestros ojos en las clónicas
escenas que, ya casi,
parodiamos, representamos.
Una eternamente retornante
cucharilla no se extraña
jamás de nuestras manos, y
lentamente fumamos y
devoramos los escasos
motivos de las conversaciones
que nos ocupan.
A la cucharilla le es
indiferente la estación
del año, ella brilla con
la lluvia y con el buen día,
con mi alegría o con mi fracaso,
ella es la medida
que ordena la diferencia
en una misma tarde eterna.
Entrar… salir… reír…
tomamos café los veranos, los inviernos,
las primaveras, los otoños.