Escribo bolígrafo tintes azabache
en estos blancos yermos. La poesía
me retiene en mi sitio de Madrid
y azada y verano trabajando, mientras
se abalanza águila sobre todo
ello para revelar mi huida y mi
desespero.
Si llega y se abre yo me paro y
hablo mientras es ella la que
narra, ahora dice calla y yo
duermo con la fuente seca y la
resaca de sus amargos encuentros.
Besos agridulces de mi sustento
y mi veneno. Letanías críticas
que desencuadran y excentran
la mirada y la tornan agua
salada, que yo bebo en tragos
lentos del cáliz dorado
de mis barrotes quietos.