Las bodas me dan especialmente por culo. Porque no significan nada. Porque no deberían significar nada.
Y sin embargo…
sí que es cierto que marcan un antes y un después, y que consiguen que a todo el mundo se le pongan los pelos como escarpias de cortarl diamante (oks, aunque sea por la resaca, o por haberse follado a una dama de honor/padrino de buen y gustoso ver, lo reconozco, pero pelos como escarpias de uno u otro modo).
Y que, pese a horteras, son bonitas (nunca he dicho esto), coño. Son el sacrificio que no estoy dispuesto conceptual y moralmente a hacer pero cargado de tanto mérito que, cuando lo veo, digo: «va por vosotros, coño». Os lo merecéis, capullos. Una esperpéntica relación amor-odio de nivel 10 (en un máximo de diez) es lo que siento cuando alguien me dice que se casa.
(Mientras chasco el litro para que se abra, me acuerdo de otras bodas. Las bodas son una mierda. La gente que se casa con unos blandos. Y sin embargo… Enciendo un cigarro, tomo el primer sorbo de cerveza.)
Me gusta participar en las bodas más allá de ser un mero (o salmón) espectador.
Ya que hemos de ir, contribuir de un modo real.
Lo de follarse a damas de honor se lo dejo a otros (y sé que pierdo con el cambio).
Recuerdo la boda de Hare. Lié la web. La invitación. Una foto sobre todas las demás. Un vídeo con las fotos que hice con la música que cantó el novio para abrir el baile de apertura (ese a continuación):
Y la boda de Canta, hicimos un video para proyectar después de la cena y antes de las copas:
(está subiendo) (Me dice que tiene problemas de derechos, supongo que por las canciones de fondo, lo borro).
Y qué decir, si es que se puede decir algo. Dos colegas se casan, me lo han dicho hoy. Snif (lo extraño de decir al mismo tiempo «pa vosotros» y snif).
No voy a ser un mero espectador de vuestra boda. Eso os lo aseguro.
No creo en las bodas. No creo en la iglesia. Desde luego no creo en Dios. Desde aquí, si existe, le pido un buen ataque al corazón como castigo por no quererle. Porque aparte de imbécil, soy arrogante. Prepotente. Incrédulo. Insubordinado.
No creo. Pero sí creo en la gente adoptando compromisos voluntariamente. La voluntariedad es el único valor. Lo único que puede hacerme llorar.
Es lo único en lo que creo. Lo único que existe.
Eso es todo lo que tenía que decir.