No sabía nada, juro que no sabía nada, que andaba buscando en medio de todo una lucidez que se me escapaba… qué te iba a decir a ti, que estabas en medio de ninguna parte, buscando en el fondo del vaso una verdad que no había sabido llegar a la superficie, la muy cabrona… no tengo respuestas, qué joder, no las tengo. Tus ojos claros sobre la realidad opaca, tus ojos claros sobre una verdad efímera que no cubre ni salva a nadie…
(Tienes que limpiar la casa, ¿para qué? pues no sé, para gente como yo, por ejemplo, entonces no significa nada, no significa nada si es sólo limpieza, pero es que así no se puede, pues que no se pueda, pues me quedo esta noche, pero no mañana, pues que así sea).
No podía encontrarte en medio de tanto destrozo, porque el destrozo era tu cuerpo y tu cara y todo lo que estaba dentro, incluida tú.
El día que pueda, buscaré tu nombre.
Si es tarde, ya me lo dirás entonces.
(Tus ojos claros sobre la verdad opaca, tus preciosos eternos incombustibles significantes ojos claros sobre esta verdad opaca que me rodea y me expresa cuando ni rodea ni expresa nada).