¿Es lo nuevo sinónimo de novedad? ¿Y lo antiguo sinónimo de antigüedad? Pos yo que sé, oiga.
(Con el despiste lejano de los años, me quedo con «que no puedas dormir», o con «revoloteas», ambas grabadas (y las demás) justo después de componerlas joderlas hacerlas con el único fin de no olvidarlas, por eso las grabaciones están plagaditas de fallos).
Pensamiento noctívoro jrande, jrande, jrande, desde siempre lo importante no es el medio, el medio es anecdótico, lo importante es… tener algo que decir, lo cual ya es bastante suerte, más que bastante:
y a dos kilómetros a mi alrededor se encuentra todo lo que es…
rozo con los dedos el jazmín en el que una vez te pusiste a mear…
pinto tu cara en una mueca envenenada…
porque las horas se van escurriendo, se hinchan de helio y se van al cielo…
(y el dolor el dolor que aún me transe cuando lo escucho en «rubrica de piel contra piel», que cobró tanto protagonismo en la novela, en ese «tendrás 25 o 26 e irás a buscarte en otra parte», lo que justificó una Yuka entera por derecho propio y sin dudas).
cómo pudo existir todo eso. Y cómo contarlo de modo tan sencillo [esto ya suena a autobombo, pero juro -si aún puedo hacerlo- que no lo es]).
Lo que nos lleva al viejo dilema. Bueno, viejo en mi cabeza, no sé fuera (aunque en el fondo es todo lo mismo, una misma coda que se repite). ¿Tienes que joderte la vida por haber vivido (cosas tristes, evidentemente, si no no hay pregunta)? Nivel de grietas, supongo. Nivel de grietas. ¿En cuánto se empobrecería mi percepción (rollo vino, aludo, salid de aquí, que esto va de rollo vino, vino rosado con coca light porque no había mahou decente) si no hubiera vivido lo que he vivido? (Una coda que se repite, ¿no la oyes?). Es que no soy lo que he sido (añado, tarde, ¿?). Es que… ¿debo arrepentirme por haber estado donde he estado?
Pos no. Todo eso me hace. Me hizo. Me construye. El dolor comparte realidad con el placer (la felicidad). Pero con la felicidad no tenemos dudas sobre si incluirla o no. Simplemente, hacemos que esté. Está por derecho propio. (Una coda que se repite, de forma cansina, en todo lo que sucede).