# perdiendo.org/museodemetralla

entraron en mi cabeza (201) | libros (20) | me lo llevo puesto (7) | pelis (2) | Renta básica (9) | series (6) | escasez (2) | frikeando (94) | arduino (1) | autoreferencial (11) | bici (1) | esperanto (4) | eve online (3) | git (2) | GNU/linux (4) | markdown (7) | nexus7 (2) | python (7) | raspberry pi (3) | vim (1) | wordpress (1) | zatchtronics (3) | hago (751) | canciones (153) | borradores (7) | cover (42) | el extremo inútil de la escoba (2) | elec (1) | GRACO (2) | guitarlele (11) | ruiditos (11) | Solenoide (1) | fotos (37) | nanowrimo (3) | novela (26) | criaturas del pantano (5) | el año que no follamos (12) | huim (5) | rehab (4) | poemas (352) | Anclajes (15) | andando (3) | B.A.R (7) | Canción de cuna para un borracho (38) | Cercos vacíos (37) | Cien puentes en la cabeza (7) | Conejo azul (6) | Contenido del juego (5) | De tiendas (3) | del pantano (3) | Destrozos (2) | Epilogo (4) | Fuegos de artificio (5) | Imposible rescate (15) | Jugando a rojo (7) | Libro del desencuentro (2) | Lo que sé de Marte (11) | Los cuentos (21) | Montaje del juego (5) | Orden de salida (4) | palitos (31) | Piernas abiertas (7) | Poemas medianos (12) | Privado de sueño (7) | rasguemas (5) | Tanto para nada (17) | Todo a 100 (2) | Uno (4) | relatos (96) | anatemas (9) | orbital (2) | prompts (8) | vindicaciones (103) | perdiendo (1.687) | atranques (1) |

para esto

No, no, no, no, nunca sabes. Nunca estás demasiado cerca. Olisqueas, das un rodeo, piensas en las cosas que han sucedido, pero nunca estás demasiado cerca. Recompones tus pedazos en un solar inventado en el que puedes recrear escenarios.

Tomas la mano de quien te dio de comer y no es suficiente. Te disculpas con un «gracias» medio destemplado, abres una cerveza, te acuestas, enciendes el ventilador. La vida es una ostia en la cara, en medio de la cara, un golpe brusco hacia atrás que duele de pronto, de repente. Todos los warning dicen dolor y comprendes que es porque jamás te has preguntado demasiado: te has pasado el tiempo mirando y reaccionando según las cosas iban viniendo. Hasta ahí comprendes, hasta ahí puedes leer. Y si has hecho bien o mal no es una pregunta comprensible, porque jamás te tomaste la molestia de tomarte en cuenta y, por lo tanto, no tienes datos suficientes.

«Has incendiado tus libros
en la quietud del amanecer
y hay un gozo nuevo en tu mirada:
comienzas el regreso a casa.»

Decía Carlos Martín. Y yo estoy de acuerdo, Pero qué casa. Pero qué idea tienes sobre ello. Pero a dónde vas, dónde te esperan, dónde vas a encontrarte.

Amigo mío, la lección final es que no hay casa. Te desprendiste de las hojas, pero no hay corazón, no existe centro. Hay que inventarlo. Me dejaron en mi portal hoy y me fui de bares porque era temprano. Había gente supurando vida y careciendo de autoconsciencia. No es un problema, porque nunca lo es. El bar estaba repleto. De gente. Supurando vida. Es fácil. Supurando vida. Me tomé unas cervezas con ellos. Después no. Después no pude. Después era tarde. Me di cuenta.

Se acabó el juego. Tremendo. Se acabo el invento. Llegué a casa, me enfundé un litro, miré al suelo. Todo lo que fue promesa no dejó de serlo, pero sí aquí.

Las sábanas no tenían respuestas, como nunca las tuvieron. Tontas, mudas. La noche se cierra cuando amanece. El día se abre. Tomo mis propias palabras y me digo que así es porque está escrito. Mientras tanto, las sábanas me dan la mano y enjuagan futiles e imposibles lágrimas en esto:

calor, ventilador, cigarro, humo, cerveza, desaparecer. Total para qué. Total para esto.

1 comentario

  1. Ese es el lujo, amigo, el no estar nunca demasiado cerca, el poder de la elección. Decidir que si no te gusta tu tren de vida puedes descarrilar!!!…..si tienes el valor suficiente.

    Un abrazo,

    Hare

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.