Estábamos allí sentados,
sentados, sentados en las
sillas inhumanas
de la cafetería. En las
clases de los que son como
nosotros. Los que nos
abandonarán pero más tarde,
años después,
cuando ya no queden motivos y
estemos tan cansados que nos
tumbemos en un sofá
del que ya no nos moverá
nadie.