Dos niños besándose, cuando venía. Ella tenía la cara triste, por la despedida. A él no le vi bien, estaba de espaldas a mí. Eso es cierto (aunque sea mentira, aunque pretenda serlo a los ojos del más viejo). Las cosas, simplemente, suceden. Nosotros nos empeñamos en digerirlas después como más nos conviene, pero eso no le importa nada a las cosas cuando suceden.
Me atasco en la novela. Busco cosas que me interesen. El problema es que las cosas me interesan mientras las vivo. Después no me dicen casi nada. Sé que debajo de todo subyace algo que quiero decir, pero suelo tender a decirlo sin más. Y así es imposible que nadie comprenda nada. Es posible que un ensayo sea la forma más ineficaz de explicar algo. Así es aburrido, aunque no puedo negar que sea reconfortante. Soltarlo todo. Parece más coherente en el papel (otra mentira, parece más digerido en el papel, aunque esta digestión dudo que obtenga los nutrientes esenciales, sino órdenes artificiales de asuntos).
Me voy a dormir. Mañana será otra cosa.