Bueno, bueno, aquí estamos. Días convulsos estos últimos. Empecemos por el principio de los principios. Ayer quedé con Cisneros, vino a casa a tomar un café, después fui al curro y me tomé otro par de cafés. Allí fue donde me encontré con la lista de correo en la cual se había puesto de moda decir que yo era un alcohólico. Genial, me dije un rato después, pues a dejarlo. Me llamó Hare y me invitó a cenar, preocupado por los mensajes de la lista, febril por una gripe aún no curada. Con él me tomé una coca-cola y después un café. Llegué a casa y estaba tan confundido y tan preocupado que
cogí unas latas de albóndigas
unas revistas porno
un televisor
un par de paquetes de tabaco
y me dispuse a esperar al mono, a los temblores, al sudor frío y las divagaciones. Pero no vino nada de eso. Hoy he ido a la facultad y luego, como es normal, he vuelto. Ha venido Miguelón ha recoger su PC medio arreglado y luego me he ido a comer con mi madre. Al hincar el diente en las lentejas he notado un sobresalto, y me he dicho «¡aquí está, aquí está!» Pero era sólo que quemaba el plato y me estaba escaldando la mano izquierda con él. Falsa alarma. He ido a currar, un buen día lleno de curro que se me ha pasado en un momento, y aquí estoy, esperando de nuevo a El Que Ha De Venir. Me he hecho un té.
Ayer con Hare la conversación paró por lugares diversos, dos personas creativas no pueden sincronizar bien los temas de conversación, pero el rato quedó bien pintado, intenso y breve. Me gusta mucho hablar con Hare. Todo está lleno de conversaciones interesantes, la de Cisneros no estuvo nada mal, la de Rodrigo hoy en el curro ni mucho menos. Y sin embargo… algo no termina de engranar. Lo que me lleva a preguntarme, ¿no seré Lorelayóico en vez de alcohólico? El tiempo lo dirá, de momento sigo teniendo un síndrome de abstinencia brutal respecto a ella. Ya veremos lo que nos deparan los días enmarcado en una ley seca que ni me gusta ni me disgusta, pero que sí me parece conveniente como forma de tranquilizar a todo el mundo. Todo trae problemas. Todo. Pero las dificultades están en las formas de ser, todas las acciones que realizamos tienen que ver con ella. Y no con catalizadores. Así que Miguel sigue siendo el mismo con o sin, 4’5º o 0’0º. Y no escribo más porque no me apetece. Por cierto, parece que esta noche tampoco va a venir El Que Ha De Venir. Es pronto, supongo.
Apéndice:
Hay lugares muy peligrosos, donde se debe entrar con cuidado. Y eso tiene su lógica, pero nadie habló de no entrar. Todo depende de dónde esté tu maldita cabeza. Quizá estés petando flores en una pradera en la que Heidi juega, quizá te limites a ser el pan, el ajo, la carne y el pescado. Es posible, no digo que no, que eso sea bueno. Al menos más pacífico. Yo no acabé con Lore, la vida acabó con nosotros porque no supimos meternos en medio de ella con ganas, sólo supimos dejarnos llevar como idiotas. Eso es claro. Podemos pensar cualquier otra cosa, pero nunca sabremos si los problemas motivaron las ganas de irse de Lore o si las ganas de irse de Lore motivaron los problemas.
Preguntadle a ella. Ni siquiera ella lo sabe.