MENIPO. Un filósofo, Hermes, o, más bien, un mago, un hombre lleno de charlatanería; de modo que también a él desnúdalo; verás muchas cosas ocultas bajo su manto.
Caronte, Hermes y varios muertos. Luciano de Samósata. Diálogos.
Digo últimamente me siento como si últimamente me sintiera de algún modo. Digo como si supiera, como si tuviera que aseverar algo sobre mi propia vida. En una generación de llorones, lloro. Tengo mi casa, tengo mis libros, tengo a mi niña. Rectifico, soy con mi niña. Pero aún así lloro. Escribo desde linux, mi última manía importante cuando lo es. Cuando me obligo a que lo sea. Me pregunto si en medio de todo esto estoy yo: y eso sigue siendo llorar. Cuando las cosas van bien uno se pregunta si no se equivocó en algo.
¿Por qué?
Porque que todo vaya bien no es tan fácil. Y uno se mosquea.
No puedo pagar el alquiler, pero invariablemente lo sigo pagando. Me lo resto de comer, pero no adelgazo. Me tomo cervezas frente a los libros y después, con la escoria (literal, sin interpretaciones), escribo esto. Aunque esto es importante, no sé por qué divago. Suena pearl jam en el ipod, me gusta pearl jam, me gusta el ipod, es lo mejor para un tipo desordenado, está todo ahí. Todo va jodidamente, porque no me encuentro en todo esto. Pero a veces me encuentro, ya. A veces desbarro. Me gustaría dar muerte a una monja con un golpe de oreja. Todo metafórico, por supuesto. Mientras voy llorando percibo como se calienta el portátil con linux, como un acto reflejo. Le puedo dar importancia si yo quiero, me puedo tirar con ello horas hasta solucionarlo, sin pensar en nada. Pero después quedo yo. Eso sí que es importante.
Después de todo quedo yo.
Y aunque duermas conmigo no vas a poder arreglar eso. En todo momento llegará un momento en el que yo piense en yo y todo quede en yo. Puedo pensar en ti y dormirme. Pero aún así lo decidiré yo, eludiendo la cosa, no sé si me explico. Cuando duermes conmigo me levanto con ganas de componer, con ganas de componerte, ha sido todo tan precioso que tengo ganas de cantarte, ya. Pero eso no soluciona nada, más que el momento, porque soy imbécil. Tú sientes lo mismo, estás igual. Mi gran suerte ha sido dar contigo, N.
Cuando duermes conmigo me levanto con ganas de hacerte pan tostado con aceite de oliva, tomate y jamón. Y te lo hago, qué coño. Me voy al ahorramás mientras aún duermes, compro todo, y te lo preparo, y lo disfrutas. Y es importante. Pero leo en tus ojos que alguna noche no sé si esta noche te preguntarás cosas que no tienen que ver conmigo, y que están ahí, y que seguirán estando aunque yo no esté, y que son las mismas cosas o semejantes a las que están aquí para mí cuando no estás, o incluso aunque estés, o aunque te empeñes en estar cuando no… cuando no se puede. Pero leo en tus ojos que nunca se sabe cuando será una noche de lluvia, y los perros tras una noche de lluvia pierden los rastros y están perdidos y no saben bien dónde están porque perdieron todos los olores que se fueron con la lluvia, hacia las alcantarillas, como si saber dónde fueron fuera algo.
¿Es triste?
No creo.
Más bien es una lucha, un marco. Como las horas. Nadie se cuestiona las horas, porque todos llevan reloj. Es cuestión de mirar. ¿Te quiero menos por todo esto? No. Te quiero más por todo esto. ¿Y cuando no estás? Te quiero más, por cuando yo no estoy.
Tengo que quererte en reserva, para cuando no estoy. Tú me quieres en reserva, para cuando no estás. A la mierda todos, joder, que no queda nada, quedan koldos, miguelones, hares, rosas y otros para cuando no estoy. Y cuando estoy en la cama, metido en el descanso final de un día final no queda nadie, más que yo. Quedas tú. Quedan ellos. Quedamos todos. Pero estoy en la cama, mirando el techo.
Escuchando a Pearl Jam.
A la mierda el mundo, joder, que nunca me dio nada. Me lanzó a mi cuarto sin preguntarme. Me metió en medio de mis padres, en medio de todo. Después yo he ido cuajando mi derrota, pero no porque sea un desgraciado.
Siempre he ido pensando en la derrota.
Siempre la he deseado, huele tan bien, a realidad…
Huele tan bien, en realidad…
Tenemos que cumplir penitencia y expiación conforme al orden del tiempo, porque el tiempo sólo entiende de circularidad, y nosotros… somos lineales en el tiempo, nacimiento, muerte, ya se sabe.
Más tarde, en la muerte del sexo y esas cosas, en el tiempo y la deflagración del tiempo, que son también cosas, en el hoy y el supermercado y en el arroz y en el estar viviendo ahora y así… vendrás con una botella de vino… escucharemos algo de música… revisaremos la historia… y entonces… sólo entonces… reconciliado con el mundo si lo hay… me darás un beso.
Y entonces, sólo entonces, por un efímero segundo valioso como el oro todo tendrá sentido.
Y no será nada, lo será todo. Y todo lo demás, como telón de fondo, seguirá esforzándose por hacerme pensar. Pero nada tendrá tanta fuerza, en ese segundo. Qué cosas.
Es decir, tu unica forma de cambiar es ser otra persona…y eso solo le sale al LAtre…buen finde Maese.
La única forma de cambiar es ser otra persona.
La única form ade cambiar es no pensar qué harías tú en esa situación y cómo reaccionarían los demás.
Somos el reflejo que nos devuelven los demás, estamos asustados de perder ese poco que hemos ganado, ese estatus mínimo frente a los demás, eso es lo que nos impide cambiar.
A veces me entretengo mirando a gente desconocida e imaginando todo de ellos, desde qué han comido hasta con quién se acostarán esta noche, en qué momento decidieron dejar su carrera y dedicarse a ser cajero o taxidermista y si les satisface. Y si les conociera y les dijera qué pienso de ellos, quizá generase un reflejo en el que atraparles, una «obligación» moral de demostrarme que son como les he dicho que creo que son.
El problema del cambio somos nosotros mismos y nuestra imagen residual en las retinas de los demás.
Hare
PD. Sí sí algún día instalaré de nuevo Firefox, me gusta más Safari, de todas maneras 🙂
Me gustaría no pensar que somos el reflejo que nos devuelven los demás, pero aún así:
Pese a ser complicado lo que dices es demasiado simplista (que no de simples, sino simplista), hay gente a la que le gusta ver la imagen que de sí reflejan los demaś como algo concreto, pero hay gente que prefiere confundir y jugar al despiste, porque la imagen que quieren dar es precisamente esa. Es cierto que los demás entran en juego como parte importante, y eso no te lo puedo negar, pero siempre es diferente (o suele ser diferente) el cómo, es decir, cómo entran en juego los demás. Para algunos es importante ver una imagen unitaria de sí mismos, para otros fragmentada, para otros real según el caso y no según otros, para otros inventada según el caso… es más complejo.
Después de la muerte de Dios, por fuerza, y mientras nadie diga lo contrario, el hombre es la medida de todas las cosas. Pero frente a Dios, que es lo uniforme, está el hombre, que es lo multiforme, lo diverso, y hay tantas respuestas como hombres, y tantas depresiones como agujeros. Y es que las cosas, aunque nos joda, no son nada sin un rasante. En todas partes buscamos lo incondicionado, y siempre encontramos las cosas.
Es decir, si todo depende de, nos pasamos la vida buscando lo incondicionado (lo que es sin condiciones, lo que es por sí mismo, independientemente de lo demás). Pero lo incondicionado, si es que existe, no puede ser descubierto, y si es descubierto no puede ser comunicado, y si es comunicado no puede ser comprendido (wittgenstein por la gracia del hombre frente a kant por la gracia de las estructuras cognoscitivas), es decir, estamos condenados a un mundo de «en medida de…» frente a un mundo de «lo que eh eh y lo que no eh no eh».
ahm ok asi explicao ya mejo
No sé, yo estoy harto de encontrarme con gente que en media hora me ha contado su vida y en la media hora siguiente ya me ha contado cómo le gustaría que yo le viera con frases del tipo » yo soy de esas personas que…»
Simplista, supongo que sí. Supongo que yo soy de esas personas que… 😀
Un abrazo,
Hare
Entro para decir que estoy usando otra vez Firefox, para que no se queje el anticuario 😀
Hare
oks