Si tuvieran la mitad de ojos que nosotros
no tendríamos que andar esperando migajas.
Si tuvieran alguna esperanza de ser algo
no mostrarían tanto empeño en justificarse.
No, no soy idiota. No es que el mundo nos odie.
Es que no tiene ni puta idea de que estamos aquí.
No van en contra nuestra.
Es que no aparecemos en ninguna parte. No nos ven al ir a comprar el pan.
No nos ven en el supermercado del barrio. No nos ven en el ambulatorio
pidiendo por un poco de algo que nos salve de esto.
No es que no estemos,
es que siempre pueden mirar a otro lado.
A veces nos da por gritar, y nos ven un segundo.
Después vuelven a su vida y hemos sido sólo un pequeño susto.
A veces llevamos pancartas,
y salimos por el televisor.
Entonces nos conceden algo de crédito
hasta la publicidad.
Hay gente en la puerta de sus hiper pidiendo un pavo por llevarles las bolsas.
Pero prefieren cargar con ellas.
Evidentemente, yo aún, tiempo al tiempo, no he estado en esta situación.
Todo se andará, estoy progresando.
Hace tiempo que no voy al trabajo.
Hace tiempo que no pago mis impuestos.
Hace tiempo que no sonrío a las abuelas en el semáforo.
Las abuelas me caen bien, pero no soporto el mundo.
Un incompetente sólo quiere una mesa con un café encima.
Y se siente bien. No le hace falta más. Después, justo después, se enamora de sí mismo,
y no hay quien le dé los buenos días que no le quiero dar.
En realidad, pagarlo con las abuelas
es de una estupidez apabullante.
Pero no puedo hacer otra cosa.
Me dejo el pelo largo, desgreñado,
y se lo toman como un asunto estético.
Otros dicen que quiero llamar la atención.
Ni los unos ni los otros se dan cuenta de que ya pasé cualquier fase.
Que estoy encima y debajo y al lado de todo.
Que sólo quiero un cigarro y mirarles pasar cuando atardece.
Que lo demás me da soberanamente igual, y me aburre soberanamente.
Que reconozco que me han vencido en una batalla que sólo
de adolescente quise librar.
Cuando pensaba que podía cambiar el mundo.
Cuando pensaba que su mundo podía cambiar.
Después de mucho tiempo,
me quedo con la mejor de sus creaciones.
La cerveza, el tabaco, mi ordenador que escribe cuando se lo mando.
El resto me es igual.
El resto me da igual.
Sólo si tuvieran ojos tú y yo estaríamos aquí por gusto.