Son los perros que se ven perdidos por las calles cuando la lluvia ha cesado. La lluvia ha lavado sus olores, y los perros no pueden encontrar su camino. Husmean, pero no lo encuentran.
Tom Waits.
Ha parado de llover. Me gustaría saber qué sentido tiene todo esto de estar y no estár, de aparecer y desaparecer. El viernes desaté el tubo de los truenos porque alguién abrió la caja de Pandora. Oh, de verdad, no tiene mucho sentido mirar aquí dentro. Está todo podrido. Lo estoy limpiando, pero hoy por hoy está todo podrido. No me cojas de las manos, de verdad, no tiene mucho sentido. Cada uno nace para lo que nace. Otros no terminan de nacer jamás. Esos sí que me dan lástima, en todo el sentido y la extensión de la palabra.
Después, en el palomar, los que nacen son los abrazos. Hoy no es un día para empujar, hoy no es un día para bombear. Hoy es un día para amarte. Para demostrarte lo que te, que es diferente de algún modo. Para que veas que no soy malo, que no soy un bastardo. En el fondo no lo soy. Quizá tantos años de recibir, tantos años de tantos y tantos golpes me han insensibilizado un poco, pero eso es sólo lo que parece. Hoy es un día en el que, después de tanto rascar, has conseguido tocarme. Y si me tocas hay un torrente entero de tristeza mezclado con felicidad reciente que está deseando salir. Y sale. No me digas que no te dije nada, no me digas que no te avisé. Yo soy como soy, eso es un punto a favor y un punto irrebasable, al mismo tiempo.
No me han insensibilizado lo más mínimo, lo que sucede es que ha parado de llover, ¿lo ves? Ha parado de llover. Ahora no tengo ni idea de por dónde me ando, no puedo husmear, no puedo husmearte, no puedo husmearme. Es por eso un poco, sé que lo entiendes, es por eso un mucho. Ha parado de llover. Después vendrá lo que venga. Después te acompañaré a casa, ambos felices como dos recién enamorados. Como si esto no viniera ya de largo. Como si nos acabáramos de conocer en medio de un flechazo. Y descubres que soy quien digo. Pero no es sencillo, sólo si rascas mucho me tocas. El resto del tiempo sobrevivo. Sobrevivir no es fácil, e implica un monton de cosas desordenadas.
Después vuelvo aquí, solo. Perdido porque ha parado de llover. Feliz por lo que sucede y triste porque, ahora mismo, ya no sucede. Está parado. Y la lluvia se ha llevado todos los rastros. Sé que lo comprendes, eso me hace un poco más feliz. Un poco mucho.
La noche es larga e idiota, no sirve para desgastarla durmiendo.
Ojalá. Sería todo más fácil. No es una noche para dormir, es una noche para andar husmeando, para ver si consigo reconocer dónde me he situado. Me has tocado, después de mucho rascar, y eso me preocupa. Me intranquiliza. No me toca todo aquel que quiere. Por mi cara han pasado muchas caras, todas ellas hermosas a su modo. Por mi vida han pasado muchas caras, no todas me han tocado. He vivido cosas que no podré olvidar jamás, y he vivido algunas otras que no recordaré jamás. Contigo he vivido muchas de las primeras. Esas cosas también me están tocando.
Me duele, a veces, que estemos tan cuajados. Que tengamos tan claro que el fuego quema. Porque a veces vemos fuegos donde no los hay, tanto tú como yo. Me tomo las cervezas contigo y somos los amos. El viento siempre a favor. Pero a veces iniciamos un fuego, que son rescoldos de lo que en su día fueron fuegos. Y no estamos para bailes. No, hace tiempo que dejó de gustarnos bailar. Estamos aquí para amarnos, en la medida de lo posible y si es posible. No nos gusta bailar. Hace tiempo bailamos.
Quizá porque aún no sabíamos hacer otra cosa.
Ahora pagamos, uno tras otro, los errores del pasado. El haber sido demasiado buenos, sin duda, y también a veces el haber sido demasiado malos. Las historias hacen surcos en el cerebro. Es bueno saberlo, pero no soluciona nada. Quizá incluso complica las cosas. Siempre las cosas. Estamos muy bien con un par de cervezas en la tierra de libertad del viernes, mientras no iniciemos ningún fuego. Es jodido que el amor se vea complicado con ciertos tipos de pasado, es bastante jodido. A veces uno quiere ser luz donde sólo hay niebla.
Las historias de otros siempre son historias de otros.
Todo me ha tocado en esta noche en la que los perros pierden el rastro, y eso complica más que mucho las cosas. Ahora la noche no es un buen refugio, sino más bien una habitación lúgubre donde te recuerdo. Qué bonito es todo, y que duro. Qué jodido. Me encantan los tontos que sólo ven el lado bueno de la vida, como si fueran tuertos y sólo vieran por un ojo idealizado. Los demás nos quedamos con esto, con esta mezcla agridulce que, para bien o para mal, siempre deja huella en el paladar.
Los demás aún no han nacido.