she always rechina
Dejar de fumar no es un asunto peliagudo, es un asunto grande. Lo que es fumar, sigo fumando. ¿Cuánto? No lo sé. Un cigarro de vez en cuando. Sobre todo a veces, al final del día, al sentarme en el ordenador a diseñar algo o a solucionar algo de ubuntu, o a escribir un rato. Con un té (si es día de colegio y me place) o con una cerveza (si me place) y el cigarrito del día. Respiro mejor. Vaya que si lo hago. Y disfruto más del tabaco, por muy irónico que parezca.
El resto del día no lo paso mal generalmente. Engañarme es fácil, y me he convencido de que soy un no fumador. Nunca he sido muy bueno con las dependencias. Simplemente, no me gusta depender. No me gusta que el tabaco me diga cuándo debo fumar. Quiero ponerle yo el pie encima, y nunca me ha gustado que sea al revés. A veces quedo con alguien y fumo uno tras otro. No me preocupa demasiado. Al día siguiente no siento necesidad de fumar, porque, como digo, me engaño muy bien a mí mismo y me he convencido de que no soy fumador. Hace más de una semana compré un paquete de tabaco de liar, y está entero.
El resto es una liberación. No me preocupa quedarme sin tabaco. No me jode no poder fumar en el sitio en el que estoy. No tengo que encenderme un pito de cuando en cuando. Y si me agobio me como una manzana. Y tan ricamente. Y respiro mejor, debido a mis polienfermedades blandas respiratorias.
Y voy recuperando la garganta. Me voy encontrando otra vez a gusto con la guitarra. Ganas de componer. Hmmm. Y como no quiero engordar me he hecho vegetariano (a mi modo, si me apetece algo me lo como, igual que si me apetece un cigarro me lo fumo). Y además de fumar menos he adelgazado, cosas que suceden.
Otro gallo cantará, y lo hará alto, si algún día tengo que dejar la cerveza. La cerveza verdaderamente me gusta. En realidad nada funciona sin un cambio de mentalidad, sin tener la capacidad de jugar con uno mismo y engañarse a uno mismo. Basta de premios en forma de pizzas. Basta de días borracho sin capacidad alguna para escribir, o para leer. A disfrutar, coño, que para eso están los vicios, para crecer, no para anularse.
Al final parece ser que lo de derrota tras derrota hasta la victoria final tenía mucho más sentido del que siempre pensé.