Ha sido una pelea constante a lo largo de mi vida. Siempre peleando, intentando hacer ganas. Obligándome con responsabilidad, con recompensas, con lo que fuera. Y nunca conseguí una mierda hasta que no me puse tareas sencillas que hacer cada día en poco tiempo. Y ahí se acabó el problema —al menos en el último año, ya veremos.
Ya no funciono cuando todo está mal. Antes era mucho mejor para mí, si es que alguna vez me he inspirado me inspiraba más estar rodeado de desastre. El desastre ha sido lo que me ha motivado siempre, las grietas del sistema por donde se puede apreciar todo lo que no funciona, conformando la realidad tras la realidad.
Y sigo pensando lo mismo, pero ahora no creo que tenga que ver con tener bolas de papel por todas partes. Creo que ahí ya no está lo que quiero comprender.
Pero cuando no hay mucho más siempre nos queda la estética, aparentar que. Es como lo de las herramientas de las que hablaba el otro día. Mucho tiempo uno se imagina usándolas. Cuando realmente las usa no necesita imaginarse nada.
Ya no necesito forzar la vista para ver ni imaginarme usando algo para sentirme a gusto con ello. Ahora veo y hago. No sé si es en "Alta fidelidad" donde Nick Hornby decía eso de que lo más importante en la vida era aprender a distinguir entre lo que a uno le gustaba y lo que uno quería que le gustara. Es justo eso de lo que hablo, aplicado a uno mismo. Soy lo que soy, no lo que me gustaría ser. Si hay suerte, con el tiempo seré lo que quiero ser, pero ahora mismo todavía no lo soy.