Lo que quiero decir con todo esto es que al final ciertas cosas resultan más sencillas cuando, simplemente, se hacen. He hecho no sé ya cuántas canciones en el último año y he aprendido toneladas de cosas relacionadas con la armonía, la grabación, la guitarra, la pedalera, la voz… y podría alargarme un poco más en la enumeración, pero creo que se entiende. Y tengo la sensación de que si me hubiera puesto a estudiar no habría absorbido ni la mitad. Quizá me equivoque, no puedo saberlo, no puedo volver atrás y vivir este año de otra manera. Alguien me argumentará que he hecho un montón de canciones de mierda. Tampoco lo sé, yo sólo sé lo que me parecen a mí. Y también sé que, aunque fuera cierto hasta el extremo, no dejaría de merecerme la pena enormemente por, precisamente, todo lo que he podido aprender gracias a hacer tanto.
Con algunas canciones he estado semanas de pruebas hasta ecualizar la voz como quería, por ejemplo, o la guitarra, o pillando un ritmo. Quizá mi gusto estético sea una mierda, pero lo importante es que ahora sé cómo conseguir ciertos sonidos mientras que antes sólo grababa y grababa cambiando cosas hasta dar con el modo.
Así que sí, desde luego. Siempre hay que pensar las cosas antes de hacerlas para no meterte en una espiral de huída hacia delante, pero tengo la sensación de que a veces pensar demasiado no es más que una solución fácil para no enfrentarse al miedo de hacer y fracasar. Nos quedamos tan despreocupados en el "estoy mirando cómo".