Koldo es un tipo raro. Yo lo sé. Lo entiendo. Lo que no comprendo tanto es por qué, cada vez que alguien habla un rato con él, siente ganas de ayudarle a que vuelva a la normalidad. Como si la normalidad fuera algo deseable en sí mismo, un valor en sí. Yo no sé si está bien o no lo que es, o el modo en el que vive. Sólo sé que él es así. Y que ahí, y justo ahí, terminan mis derechos sobre él. Las obligaciones siguen en el mismo punto. Es más fácil ver la paja en el ojo ajeno, y más aún cuando la paja es una caricatura, o tiene toda la pinta de serlo. Cuando es exagerada. Eso lo entiendo, pero salvarle… ¿salvarle de qué?
Koldo no es lento, ni rápido, Koldo tiene su propio ritmo. Va a su ritmo, se deja mecer por él mismo. Eso no creo que sea del todo malo. ¿Que no puede adaptarse bien? Bueno, supongo que eso lo sabe él mejor que cualquiera.
No me olvido de que la gente toma decisiones, y de que me gusten o no son las suyas. Koldo, según mi interpretación, en algún momento dejo de pretender cambiar o siquiera comprender lo de fuera. Y se volcó hacia dentro. Es un tipo en sí mismo. Su perspectiva es suya, y no un refrito de otras, que es lo que suelo ver con frecuencia. Es admirable. Y es lo que quiere ser.
Fin de la ronda de preguntas.